13.11.07

Lo especial del billar

Ella entra a un bar de la mano de una persona que hasta hace poco había sido inalcanzable.  En ese bar ordenan un par de cervezas y van al billar.  Allí, no sucede lo que tantas veces había sucedido.  Esta vez, se desata un juego de seducción, un juego de doble vía en el cual ambos jugadores mantienen en su mente un único objetivo, provocar al otro al punto que sea insoportable estar separados, tal vez sin ropa, tragándose la esencia del otro, un lenguaje de movimientos místicos en respuesta a un deseo tan viejo como su amistad.
Comienza una partida de billar pool en la que cada tacazo provoca una sonrisa y una mirada pícara al otro, una felicitación o un gemido.  El humo de los cigarros los envuelve, la gente los mira curiosa, la música los incita a bailar, y entre sonrisas y brindis las cosas cultivadas van mostrándose, intercambiando hechizos sin pronunciar, un juego que no van a culminar esa noche, lo saben, pero eso no les impide utilizar toda su artillería contra el otro.  Enloquecerse es su fin y una escena más que erótica es desenvuelta entre los dos.  Se coquetean, se miran, se rozan disimuladamente, se piensan, se buscan desesperadamente alrededor de una mesa de pool, se cantan y disfrazan su deseo en palabras suaves.
¿Cuándo dejarán el juego de ser amigos y abrirán los ojos para darse cuenta que encajan en cualquier plano que se junten?
¿Cuándo decidirán dejar la cobardía y se entregarán a la diversión sin barreras que les espera al otro lado del camino?

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