18.12.08

¡Hey! ¡Vos!

¡Qué es esta mierda!
Aguantá sobre la tabla apoyada en un palito en el medio de la nada... Aguantá tratando de hacer el equilibrio, si no aguantás ¿qué va a pasar con vos?
Salí de esta como has salido de tantas en tu vida, no tenés remordimientos nuevos, por fin llevás rato sin hacer cagadas que te hagan arrepentir, tenés tu conciencia bastante negra pero no le estás oscureciendo el tono.
Hay algo que tenés por dentro muy grande, algo que no te deja estar tranquila, algo que te revuelca el estómago, te encoge las tripas y te estripa el corazón hasta que sentís que se detiene, algo que te quema y te hace querer llorar y gritar.
Querés estar en un campo abierto y gritarle al cielo para sacar la rabia que te contiene, para desahogarte porque el llanto que atrapás te está llenando el cuerpo y ya no te está dejando respirar, querés correr hacia otro lugar para volver a empezar y sentir como todo lo que ahora te hace daño se queda atrás.
¿Qué pasa con vos? ¡Cogé oficio y relajate! No te pongás a pensar más en cosas que no podés cambiar, los que se fueron lo hicieron porque les dió la gana, vos no echaste a nadie, cada quien hace lo que quiere y ¡si sus decisiones son no hacerte parte de sus vidas pues allá ellos!
El pasado es el pasado, coloreá tu presente con lo que te hace sonreír, con lo que tenés a tu alcance, no te bajés de tus sueños y de tus alegrías sólo porque te faltan cosas, siempre te van a faltar cosas, pero este no es el momento, no pongás toda tu energía en devolver el tren que avanza a toda máquina para intentar llevarlo hacia el pasado donde también te faltaban cosas y también te sentías triste, no te engañés, siempre ha sido así, no perdás el equilibrio que la tabla se tambalea con cualquier corriente de aire.

8.12.08

La niña que miraba la Luna y el chico que jugaba a la pelota

La niña que miraba la Luna  mientras elevaba una cometa está sentada, no sabe donde pero siente que aún mira la misma Luna y eleva la misma cometa, las nubes querían taparle esa, su Luna, pero ella la seguía viendo, la puede sentir a través de los obstáculos, eso no lo olvida y quien la dibujó la dejó encantada en ese momento, en ese lugar.  No se quiere ir, en ese lugar es feliz aunque no sabe donde queda, no sabe como regresar a casa pero no le interesa, en ese lugar sólo la mira alguien, ese alguien que desde el primer momento la hechizó, ese alguien es un chico, un chico que jugaba a la pelota, un chico que siempre jugó y nunca fue capaz de dejar de hacerlo, un chico que detuvo en su imaginación el escenario perfecto para la chica que nunca se lo pidió, le demostró al plasmarlo en un papel que la entendía, que sabía quien era esa chica y que pensaba en ella.
Ahora ella cierra los ojos y se ve, en una noche fría, con su pelo cogido, con su cometa en la mano, sentada como siempre mirando hacia un cielo, pidiendo un deseo que tal vez nunca le será concedido de nuevo porque le dejaron probar lo que pedía y no le prestó la suficiente atención.  
Le duele su sonrisa, le quema su felicidad, lo tuvo y fue suficiente para saber que existe, pero el dolor de haberlo perdido no se va y de vez en cuando aparece en su memoria para recordarle lo delicioso que sabía y para darle envidia porque alguien más se saborea con sus locuras, sus palabras, sus velocidades y su creatividad.
Lo adora, la niña que miraba la Luna mientras elevaba una cometa adora al chico que jugaba a la pelota, es lo más sano que puede concluir al intentar buscarlo en su cuadro perfecto pero lo único que encuentra es su firma en la esquina inferior derecha, él no está en ese cuadro, ni él ni su pelota, ni él ni sus juegos, sólo está la niña... sentada en una manga, mirando hacia el cielo en escala de grises.
Un lápiz la inmortalizó y a él por haber captado su esencia en un pedacito de papel, regalo que no podía ser visto porque faltaban esas tres letras que son un juego y el nombre de quien la niña quisiera volver a tener...

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