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12.1.22

Cruda

Hola. Soy Ana, la que juega con letras. Hace muchísimo tiempo que no lo hago a pesar de llamarme escritora. Lo he dejado atrás por miedo a excavar en mi interior y conseguir más dolor. Una paradoja: no escribo por miedo al dolor, pero no hacerlo me da más miedo, porque si no soy esto, ¿qué putas soy?

Debería dejar la cobardía y enfrentarme a cualquier cosa que alimente el diagnóstico ese. Depresión persistente. Hay cinco tipos de depresión y a mí me tocó la que no tiene cura, ¿ah?

A eso le sumamos unos cuantos duelos y la muerte de mi hermano el 1 de octubre de 2020, y terminamos con un resultado que no hace parecer extraño el pensamiento suicida. Sí, me encantaría seguir el ejemplo de Andrés, pero sin ahogo. Yo me tragaría todas las pastillas y me encerraría en el garaje con el carro encendido. Una delicia. No hay dolor, no hay escenas escandalosas ni charcos de sangre. Aunque qué encarte para el que herede el carro, ¡y el garaje!

Es frustrante. Dele y dele y dele, avanzo, me mejoro, me siento aliviada y ¡pum! De regreso al principio. Es como la historia del que tenía que subir una enorme roca por una montaña, que cada que creía que estaba coronando, ¡paque! desde la base otra vez, por los siglos -sin amén-. SÍSIFO. Ok. Pueden llamarme Sísifa, aunque la idea de volver a empezar y repetir la misma cosa toda la vida me resulta insoportable.

11.1.21

Nada está bien

Nada está bien. Bueno, algunas cosas están bien, muchas cosas lo están, pero nada está bien. El 2020 se terminó y sigue siendo la misma mierda. La pandemia no se ha ido, como mínimo se ha empeorado, porque ahora la gente tiene esperanza en una vacuna que no remedia el problema y se han relajado aún más.

Andrés sigue muerto, la tía sorpresa sigue muerta, cocoliso sigue muerto. Ninguno volverá y yo no me acostumbro.

Ayer pensé verlo en un muchacho afuera de mi casa en el parque, se me rompió el corazón, nunca más lo volveré a ver. Me sabe a mierda la vida así, la vida sin él, la vida sin ellos. Pienso en tantas cosas que debí haber hecho mejor, en tantas cosas que pude haber hecho diferente, tal vez así él seguiría aquí, o tal vez no, ya no hay forma de saberlo. No existen las máquinas para devolver el tiempo y si existiera, no sé a cuál momento viajar para evitar esa puta tragedia que acabó con una parte de todos nosotros.

Cambiaría mi reino por su vida, que nunca se hubiera ido, porque ay, cómo me duele. Nada me había dolido tanto como perderlo, aunque lo siento, lo huelo, lo percibo, lo recuerdo, lo pienso tanto que me ahogo en lágrimas por no poder escucharlo, mirarlo, abrazarlo. 

Algo dentro de mí se murió esa madrugada, y parece que poco a poco se fuera llevando un poco más. Nada está bien. 

Ni 2020, ni 2021. ¿Feliz año? ¿De qué mierda estás hablando? 

El 2021 es lo mismo que el 2020 con un 1 de más. A la pandemia, la quiebra, la muerte y los demonios mentales no les afecta que la Tierra haya pasado otra vez por un punto en su órbita alrededor del Sol. El año nuevo no cambia nada, manada de pendejos.

16.11.20

Así fue el atentado

16 de noviembre de 1999

Vos la recordás como una noche de noviembre que primero fue cálida y luego fría, yo la recuerdo como una de las peores noches de mi vida, por no decir la peor.

Vos recordás el calor de las balas y el frío de la muerte arropándote, yo recuerdo cada minuto como si no hubieran pasado todos estos años.

Recuerdo llamar a casa para que nos fueran a recoger a la tía y a mí en la escuela de inglés, pero en vez de eso escuché “le dispararon”, no entendí ni a quien. Confundida, le entregué el teléfono a la tía, ella sí entendió. “Le dispararon a Andrés”. Por un instante sentí que un calambre recorrió todo mi cuerpo, se detuvo mi corazón y mi mente se quedó en negro.

Recuerdo la lluvia que me golpeaba en la calle, mientras intentaba conseguir el transporte para regresar a casa, misión que se hacía imposible. De noche y con una lluvia tan fuerte, no hay forma en esta ciudad. La frustración te inunda, como la lluvia a los zapatos. No hay buses, no hay taxis y caminar hubiera sido una locura en esas circunstancias, agravadas por esa urgencia que sólo le daba más energía a la frustración.

Es horrible no poder remediar una situación, atrapadas, emparamadas, asustadas y desesperadas, mientras en otro lugar se desenvolvía una tragedia. Vos debías haber ido con nosotras a clase, no recuerdo por qué no fuiste, aunque conociéndote, probablemente no fuiste porque tenías mejores cosas qué hacer. Tal vez no te hubieran disparado, o tal vez los sicarios hubieran aplazado su misión. Esta última opción es la que probablemente hubieran hecho, no creo que ese tipo de atentados puedan desecharse tras un intento fallido.

Recuerdo el llanto ahogado, el miedo o mejor dicho, el pánico disfrazado de susto, mientras íbamos en el carro de una mujer desconocida pero amable que se ofreció a llevarnos a casa. Sentía mucho miedo entrelazado con negación, “no puede ser que le hayan disparado a mi hermano, no, seguro se equivocaron”, eso pensé.

Recuerdo el abrazo más fuerte con mi hermana que con cualquiera, su bata de Picasso, llena de pinturas de colores por todas partes. La gente corriendo por toda la casa, los gritos, los insultos, las miradas rabiosas cargadas de frustración. Era cierto, te habían disparado. Ya no estabas, te habían llevado a una clínica cercana, pero el desespero recorría cada habitación de la casa y los que estábamos allí en medio del shock parecíamos caballos desbocados.

Recuerdo ver la sangre por toda la casa, recuerdo sentir como si en mi cabeza sólo habitara oscuridad y mis pensamientos fueran hilos delgaditos que se rompían uno tras otro, sin concluir nada, sin llegar a nada.

Recuerdo que lo único que quería era verte, abrazarte, darte la mano y, con mis poquitos años y mi ignorancia de la situación, decirte que ahí estaba como siempre y que de esa saldríamos, como habíamos salido de tantas, mientras del otro lado de los fríos muros de la clínica la muerte te robaba la vida.

En medio de la locura, me subí a un carro y llegué. No sabía nada, sólo veía gente afuera de Urgencias en la clínica. Familia, amigos, conocidos, toda esa cantidad de personas que sólo alguien como vos puede reunir rápidamente, sin quererlo, en una noche del invernal y lluvioso noviembre.  Algunos estaban sentados en las aceras, otros en la calle, otros caminaban y otros estaban sentados en carros. Personas llegaban, personas se iban y volvían, pero ninguno se despedía, nadie era capaz de alejarse. Algunos tomaban tinto, otros fumaban, otros se comían las uñas, y nadie sabía nada. Todos lloraban, se abrazaban, se intentaban dar consuelo, algunos rezaban, otros planeaban venganzas.

Recuerdo las expresiones de furia en las caras de tus amigos, parecía como si una escena peor se fuera a desencadenar cuando encontraran al que te había mandado a matar o a los que te habían disparado. Ellos rápidamente supieron quién había dado la orden y sabían dónde vivía. “Estos locos se van a ir a matar a alguien”, pensé.

Yo, una niña que nunca había sido normal, ni común, ni corriente, no tenía idea qué hacer. Todo eso me parecía increíble. Te admiraba demasiado, y aunque a veces habías hecho cosas un poco dañinas, no me imaginaba que algo así pudiera estar pasando, después de todo, vivíamos en un buen barrio, éramos una familia de bien, y nos rodeábamos de buenas personas, al menos eso creía.

Sentada en el borde de la acera, sólo miraba a todos los grupos de presentes en los momentos en que las lágrimas despejaban mis ojos. Sentía las miradas, sentía el dolor en el aire, sentía la angustia de mis papás, de mis tíos, de mi hermana y de todos los que estábamos ahí esperando alguna palabra o señal por parte de los doctores.

Esperar y esperar, no había nada más que hacer mientras los médicos intentaban arreglar ese lastimado cuerpo que luchaba por su vida.  Te habían impactado dos balas en el torso, y al parecer habían hecho bastante daño. Fue una noche muy larga, los minutos parecían estirarse como gomas de mascar infinitamente elásticos. Una noche cargada de emociones y sentimientos muy fuertes, no todos muy buenos, por supuesto. 

Fue una noche que cambió para siempre la vida de todos nosotros. Fue el principio de muchas noches de insomnio, días de dolor, de paranoia. Muchos llantos, desesperos, intentos de salir adelante, ensayos, errores y de esperanza de que algún día, todo volviera a estar bien. Todo podría llegar a estar bien, pero nunca nada volvería a ser igual.

Alrededor de las 7 de la noche suena el timbre, Hernán se levanta de uno de los muebles de la sala y sin preguntar quién es, abre la puerta. Él primero abría la puerta y después preguntaba, nunca entendí por qué, tal vez era demasiado confiado, tal vez no se imaginaba que algo malo, algo como esto, podría pasar. Para alguien que fue amenazado tantas veces por sus logros en la política del país, siempre me pareció increíble ese vicio de abrir la puerta para descubrir quién tocaba, si para eso se instalaba el ojito en el medio de la puerta.


“Buenas noches”, dijo.

“Buenas, señor, ¿está Andrés?, venimos a entregarle unos CD”, dijo un hombre.

“Si, aguarden”, respondió Hernán. Justo él, ese papá que daba su vida por vos, qué ironía.

“Polo, lo necesitan en la puerta”, gritó. Era una casa inmensa y tu habitación era la más alejada de la puerta. Gritar era necesario para comunicarse de un extremo a otro.


Hernán dejó la puerta entreabierta y volvió a sentarse en el mueble de la sala, seguramente estaban pasando las noticias en televisión. Afuera habían quedado dos muchachos que habían llegado en una moto.

Saliste, no recuerdo si hubo algún intercambio de palabras, o si inmediatamente empezaron a dispararte. Afortunadamente tus reflejos te hicieron entrar corriendo de nuevo a la casa, aunque ya era demasiado tarde. Lograste entrar y caíste al suelo. Te desplomaste y entre gritos se desató el caos.

Un muchachito adinerado estaba celoso porque eras el nuevo novio de su ex. La ex no era una mujer admirable, no era muy hermosa ni tenía un cuerpo espectacular. A mí no me parecía bonita, además no me sentía cómoda en su presencia, me parecía un poco rara, como esas personas que emanan una energía o algo que no te permite sentirte a gusto a su alrededor. Contrario a lo que solía pasar con tus novias, con esta no logré conectarme. En fin, ella no era una mujer por la que uno creería que alguien podría matar. Increíble, por una mujer con el tatuaje más horrible que podía tener en su pecho, un niño rico te mandó a matar.

Recuerdo haberme enterado de que era hijo de un juez de la ciudad y que por eso nunca lo iban a hacer pagar, ni a él ni a los sicarios. Recuerdo también que supe su nombre y el nombre del conjunto residencial donde vivía. Años después fue algo cerca a la tortura el tener que pasar todos los días frente a su casa, sentada en el bus que hacía la ruta para llegar a la empresa donde trabajaba. Me preguntaba si aún estaría ahí adentro o si estaría viviendo en un país como Estados Unidos, si sentía algo por haber dado la orden de asesinarte, si algún día alguien le haría pagar, qué le habría dicho su papá antes de escapar, qué clase de persona era para actuar de esa manera tan vil. Todos los días, de lunes a viernes, pensaba en la trágica noche y me llenaba la mente de preguntas que seguramente nunca tendrían respuesta, porque sabía que era una causa perdida, sabía que al desgraciado niño rico ni a los sicarios la justicia los iba a atrapar.

Hay momentos que se quedan grabados en la mente, la noche completa del 16 de noviembre de 1999 es sin duda uno de ellos. No la olvidamos nosotros, ni tampoco la olvida nuestra casa, porque en sus muros todavía se pueden ver los orificios hechos por los impactos de las balas que tenían como objetivo, matarte.


6.11.20

El desajustado

“A veces tenemos que forzarnos a poner los pies en el suelo para que nos saquen de la cama o del sillón en que nos refugiamos. A veces, aunque podría decir que son muchísimas más que aquellas en que no nos tenemos que obligar, pero no quiero pintarles un escenario demasiado oscuro. 

A veces nos levantamos de la cama y terminamos yendo derechito al sillón cómodo. 

A veces logramos engañarnos y hacemos cosas, salimos, escribimos, tomamos fotografías, y así.

A veces nos levantamos de la cama con el único objetivo de buscar comida, para que las pastillas no nos hagan fuego en la barriga. Pero fuera de eso, encontramos muchas dificultades para hacer algo. No nos provoca, no nos provoca nada. No encontramos placer, tampoco disfrute en aquellas cosas que ustedes viven alegremente.

Nos sentimos incomprendidos cuando alguien nos intenta dar ánimos, o nos critica, o nos mira mal al vernos decaídos, porque para los demás, los problemas de salud mental no son reales. Ellos no entienden y no entenderán nunca a no ser que padezcan algo así.

Háganse de cuenta que se han robado la paleta de colores con la que se pinta todo lo que vemos, y en su lugar han dejado sólo grises y negro. No queremos ver la vida en escala de grises, pero no podemos evitarlo.

Para otras personas nuestra salud mental si está afectada, esas nos caen bien. No nos obligan a nada, nos tienen paciencia, nos escuchan y no nos dan palmaditas en la espalda, ni pronuncian vacías frases de motivación.

Si en nuestro poder estuviera tomar la decisión de vivir con esta desgracia o vivir como los sanos, créannos, no escogeríamos esto.

¿Alguna vez se han mirado al espejo mientras se cepillan y no encuentran vida en los ojos que ven? Nos cepillamos por inercia. Por inercia es que hacemos cualquier cosa que hacemos. Reímos, suspiramos, sentimos miedo, desespero y rabia, especialmente cuando sentimos que se nos va la vida atrapados en un túnel en un sillón, pero no conseguimos hacer nada más. Es frustrante, eso nos hace llorar.

Nos cuesta muchísimo movernos o actuar, y no es que no lo intentemos, es que a veces no nos da. El cerebro no nos deja. Creo que esto es lo más difícil de comprender para los demás. Es nuestro propio cerebro quien nos ha secuestrado todo y nos ha dejado sin razones para escaparnos. Nuestro propio cerebro es nuestro captor, y ¡qué difícil nos pone el escape!

¿Cómo te vences a ti mismo si no puedes evitar tus ataques?

Con doctores, medicina y mil cosas más, algunos a veces llevamos una vida un poco “normal”. Es una dura batalla, pero a veces podemos pelearla. Quizás haciéndolo podemos inspirar a otros como nosotros a combatir sus desajustes, perdón, enfermedades”.

Espero puedan comprenderme,

Besos, “el desajustado”.


Al terminar esta carta, respiró profundo, fue al balcón, encendió un cigarro y al dejar ir el humo pensó, “un día a la vez, sólo un día a la vez”.

6.10.20

¡Al maestro!

Maestro, ¿cómo estás?
Maestro, ¡te extraño!
Maestro que vacío se siente adentro...
El tiempo parece no correr, el cielo no muestra sus colores y las noches se hacen tan largas que desesperan...
Alucinaciones, desesperos, lágrimas...
Ojos tristes, barbas largas, pelos sucios, sonrisas fingidas, caras tristes...
Maestro, ¿de qué sirve la vida sin vos?
Se cerraron los tiquetes para viajar al mundo Onírico, en las noches no se concibe sueño alguno y si se cierran los ojos, no hay descanso pues el corazón está donde estás vos.
Maestro, me enseñaste a ser quien soy, ¿cómo no extrañarte?


Esta entrada la hice el 11 de marzo de 2008, a saber qué estaría pasando con él en ese momento. Justo a 5 días de su muerte la encuentro y bueno, ¿cómo no publicarla si es ahora cuando es más pertinente?

Descansa en paz, maestro.
Esta foto fue el 1 de enero en Cartagena, cómo pasaba de bueno con vos...

22.3.20

One deserves to be written about

One might think that one's friends would be happy about one's accomplishments, especially the so called best friends. But that is not always the case. Why does it happen? Maybe one's best friend is not really that connected with one in the way one thought they were. One might be disappointed. One might be sad. One might even be angry, but one might ignore if one feels angry at one's friend for not supporting one the way that a best friend should do, or if one feels angry with oneself because one should never expect anything from anyone, but one did, and now, on top of angry, one might feel stupid, used and/or unworthy.

13.11.19

Freedom brings a hidden curse

Lo lindo de ser como somos es la libertad de hacer cada día lo que nos da la gana, pero… Es más un demonio, ¡una maldición!
¿Para qué se levanta cada día un ser humano que no debe ir a trabajar para vivir?
La maldición de la libertad es no saber qué hacer con tu vida.

6.10.19

1 año sin Hernán

Lo que más me gusta de este día es que no tengo que pretender, sino que puedo estar vuelta mierda y nadie me dice nada. Excepto mi familia, ellos no ven bien que llore, así sienta minuto a minuto que se repite la mierda que viví el año pasado y eso me destroce por dentro. No lo ven bien, por eso no los visito, porque odio que me digan que no debo llorar. Llorar o no es mi problema. Mis sentimientos y pensamientos son mi asunto y su opinión no me ayuda para nada a lidiarlos de manera sana. No es sano inundarse en lágrimas, no es sano atrapar la tristeza y todos los sentimientos que me abruman, día a día o año a año. Suficiente tengo con mi propio desbalance químico para seguir viviendo atragantada con tristeza.
En conclusión, todo el que no entienda que voy a llorar hasta que no tenga más lágrimas, que me voy a sentir mal hasta que empiece a sentirme bien, puede irse tranquilamente a tomar por culo.   

29.7.19

Tips mentales

En mi próximo libro de salud mental voy a enseñar cómo, fácilmente, pasar de "estar bien" a "quiero mandar todo a la mierda, púdranse todos y déjenme en paz" en cuestión de minutos.

8.11.18

Buscando un broche para soltar la mierda

¿Alguna vez te ha pasado que te despertás sintiendo que no tenés nada para qué despertarte?

Es como un enorme wtf, se queda uno en silencio mirando para todos lados, como buscando una ramita en el techo de la que poder pegarse y arrancar con algún sentido la vida.

Me pasa muy a menudo, qué sensación tan deprimente, ¿o será la depresión misma?

Angustiante, a decir verdad.
¿Qué se supone que hace uno?

Yo medito mucho, soy una persona muy consciente de mi misma, de lo que vivo, de lo que siento, de lo que pienso. Me encuentro a mi misma como objeto de estudio en muchas ocasiones, al pensarme fuera de mi puedo encontrar tal vez un poco de soluciones y de reflexiones que me sirven para seguir adelante, pero en casos como este que describí, no tengo la menor idea.

¿Para qué abrí los ojos?, ¿tengo algo qué hacer?, ¿eso que tengo que hacer me hace sentir bien?, ¿útil?, ¿tiene algún propósito?, ¿qué pasa si no lo hago?
¿Da igual si me levanto o no? ¿a quién le importa?

Es como una plomada mental, emocional. Sólo falta encontrar el broche para dejarla caer y liberarse de ella.

27.3.18

Lost

I miss my lighthouse, I feel a little lost.
Where am I supposed to go? What am I supposed to do?
My heart doesn't feel strong, its as if it refuses to beat anymore.
What happened?
When did It get so bad?

I thought I was doing fine... what the fuck is wrong?

6.1.18

¡Light it up!

Sometimes I don't see the point...
but you do it anyway, 'cause that's the way it goes.
It can be exhausting, yeah, don't quit though...
¡Light it up!

29.10.17

Depression is a bitch

La depresión es una enredadora que te enceguece, no te deja ver lo bueno que te rodea, lo buena que es tu vida, lo lindas que son las personas que hay cerca a ti.
Es una zorra que te nubla el juicio, que te atrapa en sus garras para que no la abandones, porque si lo haces ella no es nadie. Ella te necesita para ser quien es.

1.8.17

Cuando vuelve la oscuridad

No sé en qué momento se me volvieron a perder las ganas de hacer cualquier cosa.
De repente todo se descontroló en mi cerebro y la idea de acabar la vida volvió a sonar acertada.
Todo iba muy bien y de repente, todo se fue derrumbando cual castillo de naipes y me encontré a mi misma sintiendo pereza de todo, ante todo.
Nada me provoca, nada me emociona, nada me alegra sinceramente, excepto ella -y Matilda-.

No sé qué demonio se me metió y decidí dejar el antidepresivo. Ahora lo estoy pagando caro.

Toda mi vida -vista desde afuera- es hermosa, está llena de motivos para agradecer, soy una mujer muy afortunada. Tengo un apartamento muy bacano, mi carro es un sueño para muchos, tengo dinero, buenos amigos, ingresos pasivos, soy inteligente, tengo una familia disfuncional y muy querida, mi novia es un ser humano increíble por cualquier lado que se le mire, mi perra se derrite de amor por mi, tengo una casa preciosa en la costa... Mil cosas componen mi vida, la adornan, la hacen envidiable.

Y sin embargo, aquí estoy, acabando de salir del médico con una prescripción de medicinas para el corazón, para el cerebro y para el sistema autónomo central.
Han dejado de funcionar como deberían y ahora todo me cuesta, hasta sentarme a colorear me cuesta, nada me entretiene. 

La frase "pobre niña rica" se me dibuja en la cabeza y un puño mental la destruye. Yo no pedí esto, yo no busqué estar así, yo no quise ser "fallosita" como bromeamos mi bombón y yo.
Yo quisiera ser como una persona normal, me he preguntado varias veces últimamente qué sentirá una persona normal, si sentirá que se le estalla el corazón mientras se ducha con agua caliente durante unos minutos, si se cansa lavando platos o cocinando, si le provoca llorar al ver los ojos de su perro fijamente porque sabe que algún día no los verá más, tonterías o cosas importantes así me he preguntado últimamente.

El cardiólogo me dijo que todo irá mejorando, siempre y cuando continúe los medicamentos. Algunas personas toman medicinas de por vida por diferentes condiciones, supongo que yo también lo haré, sólo debo hacer las paces con esa idea y darle tiempo a los químicos de volver a encauzarme.

La próxima vez que me quiera desintoxicar de los químicos, por favor golpéenme y eviten que lo haga.

Necesito entender que no soy normal, que nunca lo he sido, que nunca lo seré tampoco. Entenderlo y aceptarlo, a partir de ahí reconstruirme y amarme así, deschavetadita. ¿Qué hay de malo?, sólo es ser diferente, no importa en qué medida.

Afortunadamente nunca he tenido los cojones para quitarme la vida, de ser así, seguramente no estaría aquí escribiendo pendejadas.

Apelo a una capacidad extraña de asombrarme y celebrar las cosas más sencillas, apelo a la fuerza del Universo, apelo al amor, apelo al "pasito a pasito", apelo al "un día a la vez", apelo al "solo por hoy", a todo lo que tenga que apelar y aferrarme para volver a sentirme bien, para reinventarme y poder sentir que gané una vez más la batalla a la que me enfrento cuando las D atacan con todo lo que traen y me inundan de oscuridad.

Doy por terminado mi intento de dejar los antidepresivos, esta todavía tiene lidia que dar.

10.7.17

Nah

¡Punto para el clorhidrato de paroxetina!

A veces siento que lo estoy perdiendo, que nunca voy a ser a "normal", que no podré curarme.

Soy la capitana, si, controlo mis pensamientos cada vez que me lo propongo, los que no es porque salen de cuenta del subconsciente y ese ya sabemos de dónde saca tanta cosa. 
Soy la capitana y sin embargo a veces no soy capaz de ver la luz al final del túnel, me queda grande sentir que puedo salir de esto.
 
La D ataca y sin mucho esfuerzo me borra el sentido, desordena mis ideas, amarra mi bienestar en el fondo de un abismo que no se me hace sencillo alcanzar.
 
¿Cuál es el punto de todo? ¿De cualquier cosa?
 
Esta mierda no es fácil de combatir, en días como hoy siento que pierdo la batalla...

8.7.17

Una certeza real

Juegue con letras, haga lo suyo.
Póngalas al derecho, al revés, en orden, en desorden.
Haga con ellas lo que le de la gana, como hace con todo.
Entre líneas pocos entienden pero muchos creen hacerlo, deles cuerda.

Antes escribía más que ahora, antes este blog era diferente, lo siento por el cambio, aunque han de ser las putas expectativas autoinducidas, porque nadie las ha elevado y es la verdad.

Puedo decir lo lindo que está este día reflejo de una tormenta, ¿cuál tormenta? El autor sabe, el resto la adjudica a lo que le sale del coco, o del orto, a saber. Eso es lo lindo de esto, cada uno encuentra en las letras el reflejo de quien es, no de quien soy, por eso estamos fuera del alcance de los juicios.

Y eso que me ha costado relaciones.

¿Te gusta? Bien. ¿No te gusta? Bien. Revisa cada uno con sus ojos, no con los míos. Leen mi juego y lo ordenan sus filosofías. Ahí hay magia.

Amor a las letras, a su infinita capacidad de construir, de enamorar, de derribar un imperio, de hacer sonreír. Con letras se arman sueños, se dibujan viajes, todo, todo son ellas.

#AmorALasLetras

¿A quién no le han roto el corazón con un mensaje? ¿A quién no han hecho sonreír con una frase? Magia pura es esto del lenguaje. Te eleva o te entierra. Grandeza es este invento, es la verdad.

Alguien me dijo un día que las certezas no existen. Mi amor por las letras es una certeza, mi amor por la naturaleza es otra certeza, no son cosas desarrolladas, son cosas que aparecieron instantáneamente, tanto que ni recuerdo en qué momento arrancaron.

Venga, que me desvío. ¿Desvío de qué si no hay camino?
27 letras, infinitas posibilidades, hágame el hijueputa favor, ¿cómo no amar esto?

7.7.17

Para ese que no es capaz de hacerte feliz

Vos no tenés los cojones que se necesitan para estar al lado de ella y hacerla feliz. Maldito pijo. No los tenés y nunca los vas a tener. Sos un petardo que la enamoró, le llenó la cabeza de ilusiones y la dejó tirada en cuanto se empezó a poner duro. Sos un pendejo. No la merecés y espero que ella pueda despertar y mandarte más allá de la mierda, donde deberías estar desde hace rato. Gilipollas, me encantaría que ella siguiera adelante, te dejara sembrado en tu propia cobardía y nunca más pudieras enredarla. Ella merece el Universo entero y vos sos incapaz de darle nada.

7.6.17

¿Qué hay en tu mente?

Un montón de estrellas que se conectan y bailan, un ruido blanco que siempre te acompaña, un bultico color adictivo café que baila sensualmente de un lado a otro, pica un ojo y sonríe, haciéndome sentir que el suelo es movedizo, que mis piernas son de plastilina y todo mi cuerpo se derrite.

Una energía angustiosa que grita fuerte aunque no habla, un corazón que en su arritmia se hace sentir, un cuerpo que desfallece ante los miedos infundados, tan estúpidos como la humanidad, tan reales como la maldad.

Una esperanza puesta en el mar, unas ganas que nunca paran de luchar para conseguir ser notadas y opacar a los demás. Un "pasito a pasito" como mantra, un llamado a mi eterna libertad.

No es pánico a la vida, es pánico a defraudar. ¿Defraudar a quién si ya nadie se sienta a esperar? Calma, calma, finalmente todo tiene que encajar.

Abrir los ojos, temblar, llorar, sonreír, respirar, principalmente respirar. Un minuto tras otro, no pensar más allá. El futuro es sólo oscuro, un cúmulo de incertidumbre que no quiero desentrañar. El futuro es sólo sumatoria de presente. El presente es este minuto, no el próximo, no el que acaba de pasar.

En este minuto escribo, en el que viene ya no sé, tal vez ir a nadar al mar, tomar algo tranquilo, caminar o sólo respirar. Si respirando te gastas la vida, ¿de qué vale lo demás?

Estás sentada en un sueño, un sueño que se va haciendo realidad. Abre los ojos, sonríe, respira profundo y conéctate al Universo, da las gracias y dedícate a continuar.

Día de nubes, día de agua, día de tranquilidad. Baja tus propias expectativas, tu vida es envidiable la verdad.

Nadie espera nada de nadie más que construya y busque su propia felicidad. Si no es así ya se estrellarán. No hay libreto, no hay manual, te respondes a ti misma, calma que lo vas a lograr.

¿Lograr qué? Tranquilidad.
Miro a mi hija, ella es calma, alegría y paz. "Ser como ella cree que soy", dicen que es lo que uno debe ser. Vaya locura.
Tranquilidad, gratitud, plenitud, valorar.

Quisiera hablar con el amor, cariño mío, ¿cómo estás?
Anoche en la tormenta me soñé estar a su lado, abrazar su cuerpecito y en sus ojos ver mi seguridad.

Amor, gracias, te amo.

Deadlines, es hora de sentarme a trabajar.

9.3.17

Vomitando letras

Vos sos de los capítulos más difíciles de cerrar en mi vida. Tal vez nunca lo logre cerrar del todo, tal vez siempre haya un espacio vacío para que lo llenés, no lo sé.

Pocas cosas me han costado tanto como cambiar el chip con vos, ese chip que te define como una amistad, una del alma y que elimina la eterna ansia de algo diferente. Es muy putamente difícil. Día a día lo intento y a veces me siento victoriosa y en medio de mi vanagloria sonrío, pero otras veces aparecés y cual tsunami desbaratás todo lo que tenía pensado, todo lo planeado y por algún huequito me hacés derretir y ¡pum! cae al suelo todo. ¡Me da una rabia!

Odio admitir que escucho tu voz y saberte lejana me corroe el alma.
"Uno recibe lo que merece" es de esas frases que ahora mismo, escribiendo a velocidades alarmantes por necesidad de cambiar mi taquicardia, no entiendo. ¿Qué cojones he hecho para merecer tanta dificultad de mandarte al carajo? ¿para sentir que es una condena? odio las condenas, a la mierda, yo soy más que eso.

Yo soy más que una emoción desbordada, apelo a mis 3/4 de cerebro para que dejen la "maricada" y entiendan cómo son las cosas.

Las cuentas claras.

Una de las personas más importantes de mi vida, una que hace parte de la realización de uno de mis más grandes sueños, una que ha sido amiga -intermitente pero poderosa- por mucho tiempo. Una mujer admirable, muy loca a veces, un desborde sin igual de energía y de alegría, una fuerza imparable, de esas que sabés que si no te ponés de su lado, va a seguir sin vos.

Si se te olvidó qué y quién soy yo en tu vida, es tu problema, yo no debería estar prestándole tanta atención a tu forma de actuar.

La gente hace, no me hace.

Siempre tendrás un espacio en mi recuerdo como "el paisaje más soñado, el lago en el cielo". Recuerdo cerrado, como merece ser.

...
Ese es el problema, los puntos suspensivos con vos.

30.11.16

Desintoxicación: On

Algunos doctores -léase bien, algunos- y yo hemos determinado disminuir el coctel medicinal que día a día se toma este personaje, por lo que he iniciado ese proceso a la mayor brevedad.

Vaya tela, lo fácil que es acostumbrar al organismo a cualquier cosa. Dormir es un acto de valientes, despertar igual lo es y permanecer activa durante un día completo no se queda atrás.

Madrugar nunca ha sido lo mío, sin embargo a veces lo intento. Finalmente, todos mis proyectos -hasta la fecha- se acomodan a mi ritmo de vida, por lo que arduos esfuerzos de levantarme temprano casi no se hacen necesarios ya.

Mareos, ganas de vomitar, pérdida de apetito o apetito en exceso, dolor de cabeza, ataques de disautonomía, ganas de llorar repentinas y sin fundamentos aparentes, temblor en el cuerpo, son algunas de las cositas que estoy experimentando ahora, en cualquier orden, en cualquier cantidad, en cualquier combinación y en cualquier momento.

No siento miedo, sé que todo va a estar bien, y si no es así, para lidiar con todo lo que me sobra es buena energía y una vida que se acomoda a lo que me apetezca hacer o no.

Una vez que vuelva mi cuerpo a acomodarse al único medicamento (o al mínimo número) requerido, analizaré cómo enfrentarme a lo que se quede jodiendo.

No pasa nada, ¿si o qué?

¿Me quieres apoyar?