19.11.11

Jugando con mi máquina de escribir

Vaya, vaya, cómo pesa una vieja y divertida máquina de escribir… Necesito un escritorio, donde permitido me sea entregarme al placer de golpear teclas para jugar con letras.  Estoy jugando con este viejo y colorido aparato, al cual encuentro inspirador, como si fuera un viejo escritor de los años quién sabe cuáles (porque no tengo idea en qué año se inventaron esta belleza) me siento, mientras encuentro en la tenue luz que me regala el atardecer de este sábado des-alcoholizado, pues los antibióticos impiden hacer de esta velada de escritura pura y dura, una más perfecta y bohemia. 

Vaya tela con los espacios de esta máquina, que inteligentes quienes la desarrollaron y se idearon el concepto de los espaciados en los párrafos.  Supongo que comenzaré a ensayar uno por uno hasta que encuentre el que me satisfaga.

Pregunta mi hermosa mamá ¿qué estoy escribiendo?, ante mi cara dice, ¿así locuras? La verdad es que no podría estar más acertada en su afirmación con cara de interrogación, pues esta es mi mente disparando palabras a granel, sin pensar mucho en las consecuencias, justo como me gusta jugar, libre, sin ataduras, sin sentir nada más que el sonido de las teclas golpear el papel (es que realmente no puede haber nada más inspirador que esto, bueno, sin contar el mar y su eterno amorío con el cielo), lo mejor aún de este fantástico y sincero ejercicio, es que no hay mucho que pensar, simplemente dejarse llevar por lo que los dedos indican, finalmente, soy humana y desconozco el exacto funcionamiento de mi mente, ¡sobre todo cuando se tienen sólo ¾ de ella!

Libertad, amor por la escritura, tiempo para hacerlo y una mente por la que divagan a una velocidad impresionante mil imágenes e historias todo el tiempo… ¿¿¿Qué más se necesita para concluir con éxito este fantástico  ejercicio??? ¡Nada! Que yo misma soy la chica que juega con letras, a su antojo, creando y destruyendo todo cuando pasa por mi cabeza a la velocidad y con la aceleración que se me pega la gana o mejor dicho que se le pega la gana a mis dedos, porque no hay nada más realmente aparte de esto, mis dedos pinchando rápidamente las suaves y hermosas teclas de mi nueva, pero muy antigua máquina de escribir y nada más existe en este momento… nada más existe.

Me fascina este nuevo regalo, me encanta saber que una vez perteneció a una de las personas que más he amado en toda mi vida y que ahora es mía, como una gentil y preciosa herencia con el fin de que continúe con mi amada actividad y escape que ha sido la escritura desde que la vida me demostró por vez primera el poder que las palabras podrían generar y podría otorgarle a una persona que sepa qué hacer con ellas.

Fantástico, el cielo está cubriéndose de nubarrones y figuras de color grisáceo, indicando que nuevamente lloverá esta noche y no podré ver las estrellas que tanta falta me hacen y que ya deben dejarse ver en el cielo… La constelación que guía mis pasos y me hala hacia ella, permitiéndome abrazar mi destino de vivir en las estrellas junto a esa hermosa amiga que se fue primero que los demás de mi mundo físico, pero se quedó clavada y grabada no sólo en mi corazón sino en mi piel.  Ha de extrañarle que tenga un par de tatuajes nuevos que no tengan mucha relación con ella, aunque viéndolo bien y conociéndonos como lo hago, sé que si tienen relación y que su destino final estaba fijado para ser grabado en mi mano izquierda para luego pasar a vivir en la mano derecha y de ahí, apoyarme y guiarme en todas mis decisiones… :) sonrío honestamente con este espectacular regalo… gran fuente de inspiración, quisiera encerrarme con una copa de whisky y un tabaco liado, en una habitación frente al mar y de una vez por todas, con mi máquina poder cerrar los ojos y jugar, como si nada más importara, porque una vez más, frente a mis letras, nada más existe.

Sentir el aroma de la brisa, amor con sabor salado, amor marinero, el viento suave tocando mi rostro y llenando mis poros con esa inmensa energía que el mar tiene para regalarle a toda la tierra y a todos los seres que habitan en ella, sonreír y percibir como lentamente mi cuerpo y mi mente se van llenando de esa tranquilidad, esa belleza, esa energía poderosa que se transmite inevitablemente cuando frente a tus ojos está el mar y podés ver como sus olas juegan con la playa, el horizonte juega con el cielo y todo está en orden, todo es como debe ser y en tu rostro se dibuja una enorme sonrisa que indica que estás en el momento preciso en el lugar perfecto y que podrías no moverte de allí y ¡ser feliz para siempre!

Paro de escribir y me voy a sumergir un poco en esa gran masa de agua salada que rige el corazón mío tanto como a tantas otras cosas más en la Tierra… me sumerjo y siento como cada segundo que paso en contacto con el mar, mis poros, mi piel, mi organismo, mi cerebro, mi corazón y mi mente se tranquilizan, se dejan llevar por las corrientes y se entregan al poder del mar.  Siento como el vaivén hace que mis problemas y pensamientos negativos se alejen y todo, absolutamente todo, va a estar bien.  Ante la ausencia de meditación, de yoga, no queda otra cosa que entregarse a un poder mayor que el de cualquier humano y sonreír mientras la energía es reemplazada por una más pura, más tranquila, más bonita, cortesía del mar…

What a fantastic gift my sister gave me! I get to dream about anything I want and not have to worry about society meddling in my situation or interfering with my concentration!

SOY VIEJA GUARDIA, ES MI CONCLUSIÓN AL SOLTAR LAS TECLAS DE LA MÁQUINA Y OBSERVAR MI MAC BOOK PRO DESDE LEJOS… LO SIENTO MAC, ¡¡¡PERO LO QUE ME DA ESTE APARATO NADIE MÁS ME LO HABÍA DADO NI ME LO PODRÁ DAR JAMÁS!!!

10.11.11

La razón

Te quise tanto que decidí alejarte, no era por falta de amor sino por exceso de respeto.

Jamás podría darte lo que de mí anhelabas, no porque no quisiera sino porque quien anhelabas no existía en mí, no era yo, sólo fue tu percepción y el deseo que así fuera lo que te llevó a crearme, pero fallaste porque no tenía el material necesario.

Tanto te quise que preferí la soledad a quedarme a tu lado y hacerte daño.

Por no aporrearte aún más me despedí borrándote la sonrisa, nunca dudés de lo que te quise, si hay lugar a dudas, que sea simplemente del inefable destino y de su malévola capacidad de hacer coincidir a quienes nunca serían compatibles.  Dudá del tiempo, de su veloz e invariable avance, pero nunca, nunca dudés de mi amor, porque a pesar de no haber podido ser lo que tanto querías, sentí morir en tus brazos y derretirme en tus labios, esos que renuncié a besar para evitar que palabras de odio llegaran a pronunciar en mi contra.

Let's go

Let’s ride to the sky, let’s get high as a kite, cause if I reach the sky maybe I can see her again.

25.10.11

Uno más a mi tía

Pasan los días, pasa la gente, pasan las noches, pasa y pasa todo y ella no pasa… ella, ya no está… ella me dejó y yo no puedo olvidarla.

Se fue, lentamente la vi alejarse y no pude hacer nada para evitar su partida.

Ahora, condenada a su ausencia eterna escribo, con la pluma que me regaló, lo mucho que me duele abrir los ojos y despertar a la realidad que me dejó con su adiós.

No puedo olvidarla, no puedo parar de pensarla por mucho tiempo pues sus recuerdos nadan en el mar de mi inconsciente y llegan a mi puerto mental en los momentos menos esperados para recalcarme que la tuve, la viví y la perdí.

Yo no la olvido, yo no voy a encadenar su desaparición a su partida, como dice Calamaro “dicen que sólo muere lo que olvidas”.

La extraño, la pienso, la anhelo y aunque no la llore, no la dejo de querer a mi lado.
Me ahoga por dentro, me quiere cortar la respiración y me comprime el alma en tan poco espacio que sólo puedo sentir dolor.

Una opresión que no se diluye, que no se mengua, si acaso es lo contrario.

12.10.11

Ahora mismo sólo tomé el boli para escribir por necesidad de jugar, porque de tanto tema no sé ni de qué hablar.

Pensé en pensar antes de escribir, pero la música me obligó a abrir la libreta y de repente, sin darme mucha cuenta ya estaba escribiendo esto.

Tela hay mucha…

Una familia que aún no digiere una ausencia que sólo parece seguir creciendo, la tía se fue hace 3 semanas, casi 1 mes y aún cuando todos nos sentamos en las noches a hablar de todo y nada, su presencia se extraña, se siente un vacío enorme en todos los espacios que han quedado incompletos.  Es algo realmente increíble, cómo todos hemos tenido que continuar atravesando días sin sus abrazos, sus palabras, sus consejos, su voz, su pelo, sus ojos, todo lo que su grandeza era.  Aún escucho en mi mente su voz, me despido de ella en las noches, en las mañanas antes de salir de trabajar, siento su olor en los objetos que de ella ahora uso y me estremezco cada que siento que me robaron con una aspiradora todo lo que tenía por dentro y me dejaron sólo con un enorme vacío adentro .

No entiendo muchas cosas de la vida, intento seguir “haciéndome la loca”, pero me siento posponiendo lo que siento, pienso, todo.

Esto es una mierda, no miento cuando digo que me siento anestesiada, aunque a veces lo único que me gustaría es tirarme en una playa y abrir mi pecho y dejar salir todo este taco que se me creó cuando mi tía se puso mal y que se apoderó de mi cuando murió, y ahora es más grande que yo y a veces lo siento palpitar dentro de mi reclamando que me desahogue.

Hace tiempo en mi mente paseaban duendes, flores, hadas, unicornios, gnomos, enanitos de colores, dulces soñados y todo un mundo repleto de maravillas, algo mágico, muchos encantamientos, princesas, castillos, estrellas, Lunas, Soles y todo lo atractivo que pudiera uno mantener en su propio universo mental.

Hoy, en medio de la nada y el vacío latente y causante de delirios me pregunto, ¿dónde están?, ¿a dónde se han ido? O ¿acaso están todos dormidos esperando que mi mente y mis letras les devuelvan la vida?

4.10.11

Te quiero de vuelta.

A vos, a tu boca, a tus piernas, a tu lengua, a tus manos, a tu pelo, a tu voz.
A vos, a tu sonrisa, a tus ojos espejo, a tu sabor, a tu cara de satisfacción, a tu tamaño, a tu culo.
A vos te quiero de vuelta, con todo el amor disponible para mí –sólo para mí-, con toda la lealtad y la honestidad necesaria para que funcionemos en paz, con toda esa gama de sensaciones que a mi lado me hacés sentir.
A vos, de vuelta… Es lo que realmente quiero.

LA HISTORIA ENTRE LOS DOS

Por: Juan Sebastián de los Ríos y Ana Lucía Pérez Escobar

En un ataque desenfrenado por dejar que el sudor fuera la única barrera entre sus cuerpos, ese hombre, quien hacía 80 minutos era un completo desconocido para ella, besaba hasta lo más profundo de su cuerpo caliente, palpitante de deseo...

Ella era una secretaria de clase media... jamás pensó que sus "necesidades" carnales llegaran al punto de proponerle descaradamente a un desconocido que se tomaran un café... y algo más.

Bueno, démosle un crédito a ella... el hombre no era tan desconocido... de hecho ella llevaba varios meses soñando con el día en que por fin, por alguna casualidad, pudieran hablar, y por qué no? acostarse.

Todo comenzó con el tedio de un lunes, ella llegó muy puntual a su oficina y en el elevador estaba él... sus miradas se cruzaron, esta vez tratando de aprovechar el escaso momento de estar juntos… ella nerviosamente le preguntó el piso, él inquieto respondió: 16. El ascensor subía piso a piso, lentamente, como si fuera cómplice de una situación cargada de emoción... El elevador paró en el piso 10, era donde ella se bajaba... volteó, lo miró a los ojos y le dijo: hasta luego... salió con el remordimiento de la cobardía, pero no sabía que ese mismo día, el sentimiento cambiaría drásticamente.

La jornada laboral se le hizo eterna, no avanzaban los minutos ni disminuía el constante pensamiento en aquel desconocido que le encantaba. Sabía que trabajaba en el piso 16 y se lo imaginaba, en su oficina, con la puerta cerrada, sentado en su escritorio tal vez pretendiendo trabajar.

No podía concentrarse mucho en los papeles acumulados que debía entregarle a su jefe para ser firmados, sentía que en su entrepierna había un calor y unas palpitaciones poco comunes cada vez que su mente se desviaba a la desconocida oficina del piso 16.

Miraba inquieta el reloj sin saber para qué necesitaba que avanzara, no tenía mucha idea qué debía hacer para llamar la atención del hombre desconocido. No sabía absolutamente nada de él.

Logró entregar a su jefe los documentos antes de la hora del almuerzo y decidió salir a almorzar al café-restaurante ubicado en el local al lado del edificio, en vez de comer los alimentos que había llevado para la hora de la comida, se le ocurrió que salir un rato sería bueno para despejar su mente.

Una vez en el café, pidió el menú ejecutivo -su sueldo no le alcanzaba para un lujo mayor- y mientras almorzaba, vio sorprendida como el hombre desconocido del piso 16 entraba solo al lugar. Era su oportunidad, lo sintió y sin pensarlo dos veces, se levantó hacia la mesa donde él se encontraba. Al verla acercarse el hombre compartió con ella una sonrisa, y ella, absolutamente decidida a hablarle, lo invitó a tomar un café.

¿Te puedo invitar a un café? fue el único tembloroso sonido que pudo salir de su seca garganta. Él la miro con la cara de sorpresa que solemos poner las personas cuando alguien nos habla, pero con un tinte de malicia de aquellos que tenemos cuando está pasando algo que sabíamos que pasaría.

Él decidió romper el hielo, ¿cómo te llamas?

- Eso ahora no importa... dijo ella.

Él sonreía entre nervioso y seguro, ella moría por dentro, pero una falsa seguridad se había apoderado de su cuerpo, más aún después de haber sido capaz de, por primera vez en su vida, hablarle a un hombre desconocido.

Dicho esto comenzó un juego de miradas salvajes, era el día en que los planetas se alinean para calentar todo lo humanamente posible. Intercambiaron un par de frases sin sentido, la meta era demasiada clara y los dos estaban en el mismo equipo. Él sugirió pagar la cuenta, más como una invitación a irse de aquél lugar tan público que interfería con sus reales intenciones.

Caminaron por inercia, entraron al edificio fingiendo que no se conocían, sin embargo ya sus cuerpos había entrado en un trance que solo ellos entendían.

Por fortuna estaban solos cuando el ascensor llegó... entraron y en medio segundo estaban dándole todo un espectáculo al personal de seguridad. Ella, quien era decididamente la protagonista de esta película, no oprimió el botón 10, ni mucho menos el 16... pícaramente sus dedos se dirigieron al 18 y luego a su boca, y luego a la de ella, y luego la puerta se abrió...

Alguien entró.  Los dos sintieron como si un balde de agua fría les hubiera caído encima y miraron hacia el piso del ascensor que debía ser la locación para desatar su deseo carnal, pero una vez más, no había podido serlo.  La desilusión que sentían era tanta como las ganas.  Piso 10, se bajó ella, no sin antes mirarlo y en sus ojos él pudo ver la frustración.

Siguió él hacia su oficina, en donde intentó calmar sus deseos pensando en el trabajo, pero no lo lograba.  Ella tras su escritorio hacía lo mismo, miraba papeles, atendía el teléfono, pero su mente estaba en el piso 16.

Una de las llamadas que contestó fue diferente.  Él la había localizado y la estaba llamando a invitarla al piso 16.

“En 5 minutos estoy ahí”, dijo ella intentando sonar lo más seria posible, haciéndolo esperar para no parecer desesperada – aunque ambos sabían que era una sensación mutua - .

El reloj pareció detenerse en el transcurso de esos minutos, que al finalizar la dejaron a ella tocando la puerta de la oficina 1609, al abrirse la puerta sintió como todo se le bajó hasta los pies y una mirada brillante llena de atracción la invitó a entrar.

Sin mucho preámbulo, sus bocas se unieron apasionadamente, mientras él ponía seguro a la puerta.  Ahí de pie, continuaron besándose y comenzaron a tocarse desesperadamente, en un afán explícito de quitarse la ropa.

En medio de sudor, gemidos, sensaciones excitantes, calor y placer se derritieron sobre el escritorio del hombre del piso 16, al cual lograron llegar entre tumbos desenfrenados.  Un revolcón que fue todo lo que querían, sin saber que sería solamente el primero…

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