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4.2.21

¿Te imaginás vos y yo?

¿Te imaginás vos y yo? Yo sí lo hago, mirá te lo dibujo en la mente:

Es de día, el Sol acabó de salir y se entró por la ventana, sin pedir permiso iluminó una habitación en la que dormimos abrazadas en una cama de sábanas negras -o blancas- que nos atrae tanto como la una a la otra, una cama que está calientita porque tu cuerpo y el mío descansaron plácidamente juntos, sin separarse mucho porque no hay nada más rico que arruncharnos.

Me despierto y seguís dormida. Me separo de tu cuerpo, no sin antes darte un beso en la mejilla. Te envuelvo en las sábanas y voy a la cocina.

Preparo un café para vos y otro para mí. Voy a la cama y te lo doy luego de despertarte a besos y abrazos, “buenos días hermosa, te traje un café delicioso” -aunque no será tan delicioso como vos-. Soy lo primero que ves cuando abrís los ojos y sos lo primero que veo, ¿puede haber algo mejor?

Todo muy normal, pero repleto de buena energía pasa en casa, lo de siempre, lo cotidiano…

El desayuno -para que Lu no se desmaye-, el baño, la organizada, la casa linda, iluminada, llena de flores y olor rico. Todo es normal, pero tiene el toque que un par de nenas que se adoran le dan a un ambiente, a un lugar.

Te vas a hacer lo tuyo, me voy a hacer lo mío, o tal vez nos vamos juntas y en algún lugar nos separamos para hacer cosas. La despedida es fácil, un besote y un abrazo fuerte, de esos que transmiten paz, de esos que uno da para entregar buena energía y así desearnos el mejor de los días. Me llevás en el corazón, en la mente, en la boca y sonreís. Yo vivo lo mismo, te pienso tanto como lo hago hoy que te escribo esto. Siento que te adoro, que me muero por vos y no veo la hora de volver a verte.

Pasan y pasan las horas, uno que otro mensaje de texto y llamada para saber cómo vamos, no más para dibujar en tu recuerdo mi voz y para hacerte sonreír otra vez. Además, porque juntas solucionamos todo, todo es más fácil, hasta el más aterrador de los problemas.

Llega la hora de volvernos a ver… ¡por fin!

Nos encontramos en algún bar para tomar un par de cervecitas o cafés -depende del ánimo- y hablamos un rato. Cuando te veo tiemblo, me paralizo, te memorizo y salto a abrazarte, luego te doy un beso y sonreímos. Esos ojos tuyos son la locura, me mantienen como hechizada y hay que ver cómo brillan para entender que las estrellas de la Tierra viven todas en tus ojos.

Hoy nos dieron ganas de parcharnos con algunos amigos en común y bueno, llegaron al bar y se nos unieron en las copas. Pero no siempre es así, a veces sólo vamos vos y yo, a veces ni nos vemos en el bar sino en casa directamente. A veces es mejor refugiarse en el castillo de princesas que andar por ahí callejeando.

Hacemos la cena -sí, cocinamos juntas-, hoy hicimos arroz con pollo y cositas, delicioso, pura cenita hecha con amor. Después de cenar a veces lo que hacemos es sentarnos en el balcón a ver el mar y el cielo jugar mientras nos tomamos un vinito y obvio, nos fumamos un chococripi.

¿Sabías que tenemos vista al mar? Es obvio, no podemos alejarnos mucho de lo que somos.

Viendo las olas nos tomamos de la mano, nos reímos, hablamos mil cosas -como siempre- y hacemos eso que nos hace perfectas para la otra -que no sé qué es, pero lo hacemos-, eso que desde el día 1 nos enamoró.

Sentada en el balcón te miro, flipo, sonrío y me acerco a darte un beso. “Te amo Jo”, te susurro pasito en el oído. Vos me mirás y sonreís.

La buena música decora el fondo sin opacar el sonido recargante de las olas cuando rompen contra la playa.

Nos vamos a la cama, ya te dieron ganas de arrunche debajo de las cobijas, y para mí dormir con vos es un sueño de siempre que ahora es real y me fascina hacerlo.

Acostadas, abrazadas, me das un besito delicioso, suavecito, delibesitos me das vos y a mí hasta la última tripa se me revuelca por dentro.

¿Querés que pare o que te diga lo que te haría en esa cama siendo mía?

¡Ah, qué bobada! Yo te lo voy a decir, pero resumido, finalmente esta es mi imaginación y la idea es dibujarte un día de nuestra vida. No te lo voy a detallar mucho, no sea que cuando lo vivamos ya sepás exactamente qué pasará.

Te quito la ropa, despacio, a medida que a besos te recorro y te acaricio suavemente con mis manos. Quieta, te quedás disfrutando y sintiendo, esperando sin afán el momento en que podés tomar el control porque por ahora no te dejo.

Absolutamente hermosa sos, me saltan todas las células y les obedezco el impulso a darte más y más besos, millones de caricias y me derrito escuchándote gemir. Ese sonido se me clavó en la mente desde el primer día que lo escuché y ahora más que nunca me roba la decencia.

Juego con vos y cuando ya estás loca de sensaciones brutales y placer te dejo jugar conmigo y me hacés todo lo que querés -obvio, yo jamás pondría resistencia-. Me fascinás y no veo que haya algo mejor que hacer el amor con quien llevás años enamorada.

Sin ropa nos abrazamos y -depende de la estación- así dormimos. Con sonrisas enormes, corazones saltantes y ojos brillantes nos despedimos en un último besito de la noche, aunque claro, cada vez que una de las dos se despierta le da un beso a la otra, no sea que se nos olvide que vivimos en un sueño.

Ahí está. Podemos variar lugares, actividades, lo que sea, menos que vos y yo nos encantamos, nos fascinamos y nos amamos… ¿Qué no te gustó?

28.8.20

Así te amaré

Te veo en una cama, perdiendo la ropa lentamente, besándome y no sé qué será de mí el día que por fin pase.

Recuerdo que tu lengua es suave y me pregunto cómo será perderme en tu aliento, tocar tus labios y que al terminar abra los ojos y vea tu cara, tocar tu pelo, sonreír, besarte de nuevo, ¿cómo voy a parar de besarte si me muero por ti?

Son las 3:18 am, enero 24... Estamos a menos de una semana del comienzo de mi nuevo año y lo único que quisiera hacer ese día sería que me cerraras los ojos y me besaras. Desde que te conocí, no puedo dejar de pensarte y de soñar contigo.

No sé si perderé la cabeza, porque dicen que uno la pierde cuando pierde la cordura, y yo de tanto pensar y darle cuerda a mi cabeza, ya la perdí.

Me vas a hacer sentir todo lo que nunca he sentido y no te niego que me da miedo. No sé qué hacer, cómo actuar, sólo sé que cuando pienso en mi mano recorriéndote, siento delicadeza y suavidad en mis dedos, y cosquillas en la piel por un suave roce.

Lo que tocarán mis dedos lo besará con cuidado mi boca, en algunas partes de tu cuerpo te rozaré con mis labios y te besaré despacio, es mi objetivo amar cada pedacito de tu piel y hacerte temblar, hacerte sonreír y escucharte pronunciar ese “te amo” más sincero.

Te siento con tranquilidad, pero respiras agitadamente, voy por tu cuerpo jugando y escucho la música que me hace volar, sonrío y corro a besar tus labios, son tan bien delineados que provoca dibujarlos con la punta de los dedos, pero tengo que dejar tu boca quieta por un momento pues tengo un cuerpo que disfrutar.

Ya no tienes casi ropa y estás boca abajo, te toco la espalda, beso tus piernas y subo desde tus pies hasta tu cuello, besando todo a mi paso, tan despacio que sientes desespero por no poderte voltear, pero tienes que aguantarte porque amo tu espalda, mil veces he querido besarla y al fin la tengo desnuda a mi merced.

Tienes unas manos brutales, me tocas y tiemblo, respiro tan rápido que siento que se estallará mi corazón. Ahora soy yo quien se queda quieta mientras te paseas por mi cuerpo, tocándome con esa boca que muero por tocar, es hermosa y se la prestas a mi piel para que nunca olvide el día que la despertaron y le mostraron cómo ama el ser más deseado de todos los existentes.

Mi piel se eriza cuando tocas puntos sensibles, una sonrisa se apodera de mi cara y se me escapa una palabra que nunca antes había sido tan cierta.  Haces conmigo lo que quieres y yo hago contigo todo lo que un día te pedí dejarme hacer.

Atrás se quedó la ropa inútil, la noche de recorridos por la ciudad y el pasado, pues todo lo que me compone ha olvidado cómo es la vida sin besarte y sin amarte.

Es mi mayor deseo tenerte, no sólo tu cuerpo, sino elevar tu mente a un estado de placer que jamás te permita olvidar esa noche y a quien te amó como lo hace alguien por primera vez en su vida.

Vas a gemir seguramente, vas a temblar cuando tu cuerpo se esté acercando a estallar y no puedo imaginarme como podré contenerme o parar... ¿puede haber algo más emocionante?

No puedo parar, se arquea tu cuerpo y siento un estallido en mi cuerpo y el tuyo, es muy difícil mantener los ojos abiertos pues es la sensación más increíble que puede un ser humano experimentar, es imposible dejarte, no puedo alejar mi cuerpo del tuyo, tus labios y los míos se entrelazaron y no tiene sentido separarlos porque se buscan tan desesperadamente que se encuentran.

He perdido el control de mis manos, juegan con tu boca, con tus huesos que acaban conmigo, con todo tu cuerpo, te mueven, te tocan, te sienten y graban la sensación de tu piel.  He perdido el control de mi cuerpo y parar no es una opción cuando te veo cerrar los ojos y entregarte a lo que sientes.

Memorizo tu cuerpo para nunca olvidarlo, me robo tu esencia y me pierdo en tu aliento, dibujo en ti mi deseo, te entrego todo lo que tengo y lo que no conocía de mí, sin reservas para el futuro.

En esa cama donde te vi lentamente dormir abrazándome, se quedó el mayor recuerdo del amor entre las dos, y en ese lugar y en nuestras mentes quedó grabada la escena que se desató cuando el cielo se entregó a fundirse con el mar.

2.8.20

Ayer te quité la ropa

Llamé a tu número, respondiste y en unos minutos estabas en mi casa.  Yo estaba sola.  Empezamos a hablar como siempre, de cualquier cosa, recordando tiempos en los que nada malo habíamos hecho, sólo era diversión, si tan sólo hubiéramos dejado la estupidez de enamorarnos a un lado, nunca hubiéramos tenido que separarnos.

Yo tenía una camisita y unos calzoncitos blancos que me gustan mucho y desde que había llegado a casa me había quitado todo lo demás. Hace mucho calor en estos días de Agosto y la ropa nunca ha sido lo que más me gusta usar.

"¿Cómo es que me recibes con tan poquita ropa?", de repente dijiste.

 Me reí.

"No es algo que no hayas visto antes y hace calor, pero si te molesta me pongo más ropa, no hay problema", dije.

Me reí de nuevo y sonreíste.

"¡No! ¡cómo se te ocurre!", fue lo que lograste decir mientras mis ojos se encontraron con los tuyos cuando dejé de caminar por toda mi habitación.

Era inevitable estar nerviosa, me temblaban las manos tanto como los pies, me movía de un lado a otro guardando cosas, pasando otras de un lado a otro.

Me senté en la cama y te miré, estabas en una silla viéndome mover como loquita.

"¿Nos fumamos un cigarrito?", te pregunté justo cuando me senté, realmente quedarme quieta era imposible.

"Claro, ¡vamos!".

Salimos al balcón, había poca gente en la playa, era un poco tarde y los domingos la gente parece tener conciencia de levantarse a trabajar al día siguiente.  Sobre el mar se reflejaba un poco la Luna que se estaba llenando y el viento movía las hojas de las palmeras.

"Me gusta este lugar, me gusta este sonido", dijiste guardando el humo en tus pulmones.

"A mí me gustas más tu", pensé.

Me reí.

Soltaste el humo, "¿de qué te ríes?".

"Me gusta lo que esta pasando en este momento", dije sonriendo y mirándote, creo que no tienes idea lo mucho que me gusta mirarte.

No dijimos nada durante unos minutos.  No fue silencio incómodo, fue el mismo silencio que siempre hemos guardado cuando nos sentamos a observar.

"En este balcón me acuesto a veces a tomar el Sol cuando hay mucha gente en la playa y me da pereza bajar".

"Perezosa, no cambias" te reíste y yo hice lo mismo.

Para qué negarlo, es real.

"¿Con ropa o sin ropa?", preguntaste.

Te miré con los ojos muy abiertos, no supe como más reaccionar.

"¿Con ropa o sin ropa qué?", pregunté.

"¡Tomas el Sol!", riéndote respondiste.

"¡Ah! sin, así aprovecho para quitarme un poquito las marcas porque nadie me puede ver aquí", dije.

No supe qué pensaste, sólo sonreíste y no hablaste más hasta que dijiste que entráramos porque hacía frío y querías poner música.

The kooks fue tu elección, me gusta esa banda, puse una canción que me gusta mucho, se llama Naive, luego dejamos que sonara aleatorio.

De repente escuché, “yo te quiero ver como si estuvieras en el balcón tomando el Sol".

Me reí muchísimo, no sé si del susto o del alivio que sentí porque te atreviste primero.

"Primero tienes que estar como yo porque estoy en desventaja", te dije.

Me miraste, guiñaste un ojo y te quitaste la camisa.

"Cierra los ojos", me dijiste.

 Lo hice y cuando me dijiste que los abriera, me encontré contigo frente a mí sin camisa y sin pantalón. Algo dentro de mí se derritió, te sentaste en la misma silla de antes y yo volví a sentarme en mi cama.

A partir de ese momento hicimos lo que tantas veces habíamos hecho y tantas otras quisimos hacer. Jugamos despacio, hablando y haciendo peticiones para ver nuestras partes, huesos “del patrimonio”, tatuajes, rayitas, heridas de guerra... Mientras íbamos haciendo eso teníamos que ir apartando lo que nos quedaba de ropa, hasta que fue necesario perderla.

No sé quien temblaba más, hacía mucho tiempo no jugábamos así, había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hicimos y era el momento ideal.

La sensación que te absorbe la mente cuando no se tiene nada que perder se apoderó de mí Me levanté y caminé hacia tí, me viste acercarme sin decir nada, me agaché y te dije algo muy bajito, te puse una mano en el cuello y te dí un beso, delicioso como siempre, como si nunca lo hubiera hecho antes, lento, no tenía afán alguno, ya no habían barreras y ese lugar perfecto había que disfrutarlo.  Algo tiene tu boca que con un pequeño roce me dispara el movimiento, me gusta lo que siento cuando te dejas llevar y hago lo mismo, no es otra cosa diferente a perfección.

Te quité la ropa sin tocarte, te quitaste la ropa para que yo pudiera disfrutar. Me quité la ropa para enloquecerte y nos perdimos en la cercanía y en el secreto. Te levantaste de la silla, rodeándome de besitos me llevaste a la cama y haciendo lo que nadie sabe fui feliz, tocándote de pies a cabeza, enredándome en tu pelo, perdiéndome en lo que tanto me gusta, sintiendo como tu piel recorría la mía y tu boca me hacía temblar.

Es delicioso, es algo que dura más que el tiempo que estuvimos jugando a la seducción y a hacernos estallar.  Desatar lo que siempre guardamos vale, dejarnos llevar también, todo se valió anoche, cuando te llamé para volverte a ver y terminé durmiendo, con mi mano en un abdomen que me borra la decencia, al lado de quien me libera el diablo y me quita la cordura.

Ahora mi cama huele a ti, mi piel te guardó en su memoria y como siempre, fue una noche para recordar-nos-.

28.5.20

Nuevo libro "Las imperfectas formas del amor"



ITA Editorial lanzó en el mes de febrero de este año una convocatoria para publicar escritos acerca del amor. Ganamos de nuevo con una historia romántica erótica muy bacana, "Esta es una historia de amores", por lo que ahora hay tres libros ¡TRES! con mis relatos en su interior. Felicitaciones a los demás autores que hacen parte de esta antología.

Me siento honrada y feliz. 
Además afortunada, gracias a Nat que me dio un twist espectacular esta vez, ella le pone sabor a todo en mi vida.

El libro lo encuentran físico conmigo y físico y digital en www.itabooks.com

15.8.17

5 cosas que no se deben comer antes del sexo - Las Delicias de Maiky


Artículo publicado originalmente en la página web de "Las delicias de Maiky".

#LasDeliciasDeMaiky


Como siempre, en este tema hay tanta información que a la larga uno no sabe qué creer, casi queda a la experiencia de cada uno darse cuenta si lo que viene a continuación le aplica o no, eso sí, luego no nos eche la culpa si le pasa algo penoso que le dañe un buen polvito.

  1. Queso, lácteos y helados. Por muy deliciosa que suene una noche de vinos y quesos, si usted de casualidad es, aunque sea, medio intolerante a la lactosa, sabe que lo que pasará después de comer estos tres es que le dan gases, y no se querrá arriesgar a que uno de ellos huela horrible y espante a su pareja. Sólo falta que esté uno haciéndole oral y a usted se le suelte un peo hediondo por haberse comido ese helado con brownie en la tarde, se vomita cualquiera.
  2. Fríjoles. Ni se le ocurra incluir los fríjoles en su comida previa al sexo, en ninguna de sus presentaciones. Dan gases malolientes y su organismo va a tener que destinar mucha energía para digerirlos, por lo que se sentirá cansado y con menos alientos para desempeñarse como se debe. Que los fríjoles no lo hagan quedar como una vaca muerta, y esto no es sólo para las mujeres, qué desinfle un man que esté echado todo el tiempo como un bobo (porque se le ocurrió almorzar bandeja paisa) y uno encima haciendo todo el trabajo, no, no, esas comidas déjelas para cuando no vaya a comerse a ninguna chimbita.
  3. Bebidas energéticas. Si está muy cansado, intente darse una ducha, pero no tome bebidas energéticas porque, aunque usted no lo crea y no parezca tener sentido, aparentemente reducen la libido. Puede que sí, puede que no, pero es mejor no ensayar, ¿o sí? Para las mujeres es muy fácil fingir, pero un man al que no se le para no se olvida –créanme-, uno se para y se va, y ni se le ocurra volver a llamar porque ya la cagó, después de eso no hay segundas oportunidades.
  4. Alcohol. Nada peor que tener sexo con un borracho o una borracha, no se vienen nunca, ni se enteran de lo que están haciendo porque el alcohol reduce la sensibilidad, además de las erecciones. En fin, el alcohol lleva a un desempeño pésimo, cuando se consume mucho. Un traguito o dos para desinhibirse está bien, pero que no se le vaya la mano. Eso debería entrar en algún grado del “sexo sin consentimiento”, uno borracho no tiene puta idea de nada y queda como el peor polvo.
  5. Carnes rojas. Macho alfa lomo plateado que come un gran pedazo de carne para impresionar a su fémina, no lo haga. Las carnes rojas requieren un gran gasto energético para ser digeridas y ya sabe, si su cuerpo está ocupado haciendo digestión, no estará disponible como se debe para responder sexualmente.
Dicen por ahí, “si es bueno para el corazón, es bueno para el pene”, así que ya saben, es mejor una comida ligera, nada de cosas que generen gases (uno pasa por alto uno que otro pedo, pero no si huele maluco y uno nunca sabe con qué olor saldrán estos desgraciados). A mí me sale una pareja bien pedorra y chao, me visto y no me vuelve a comer en su flatulenta vida, y uno puede hacer excepciones –si es mucho el amor- pero si uno no cuida estas cosas, con seguridad que se va acabando todo más temprano que tarde. ¿O es que usted quiere tener una conversación en la que le reclamen su exceso de gases a la hora del sexo? Qué pena.

La dieta es un factor fundamental para el sexo, aunque nos cueste creerlo. No sólo se trata de alimentos afrodisíacos, existen investigaciones relacionadas con ingredientes que nos ayudan o nos joden a la hora de sexiar.

La idea es mantener niveles altos de energía, buena circulación arterial y la mejor disposición, por eso pilas con lo que comemos antes del sexo, a veces es mejor irse por lo que uno sabe que le viene bien a su cuerpo y a su mente, y no ponerse a inventar con comidas que le puedan a uno hacer pasar un rato vergonzoso.

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