2.8.11

Visión

Tus recuerdos en un cajón bajo tu nombre. El cajón bajo capas de arena que cada día lo cubren con mayor peso, el peso del olvido.

Un viento sopla fuerte y alcanzo a ver parte de tu nombre bajo la arena, pero el mismo viento se encarga de volver a enterrarte ahí, bajo los millones de granos de arena que el mar empuja contra el cajón de tus recuerdos día a día que pasan las mareas y tu ausencia sigue ahí.

Tu nombre, tus recuerdos, todo se ha quedado enterrado bajo la arena y custodiado por el mar y el infinito poder del cielo, ¿qué más olvido puede existir?

1.8.11

En mayúsculas

I hate days like this.
Ana Lucía Pérez Escobar está más aburrida que un caballo en un balcón.

No tengo ganas de nada… como raya en el mar, lleno de mierda y de lágrimas y sufrimiento de la gente. La raya se ahoga y se quiere vomitar y sigue nadando… y nada… nada ha cambiado y la raya está perdida entre el día y la noche, está atrapada porque la mierda no la deja ver el camino y sigue nadando… nada sin rumbo, nada sin razón, nada sin motivo o razón alguna, nada perdida, nada y nada cambia y lo que teme en su interior es que nada cambiará y seguirá nadando, nadará y nada hará. Vida rodeada de mierda, vida rodeada de nada

29.7.11

Frustración

Son las 8:30 de la mañana. Viernes. Inicio de Feria y mundial de fútbol en la ciudad caos. Se triplicará el caos. Gas. Me dispongo a servirme mi segunda taza de café del día, Juan Valdez -obviamente-, soy colombiana y merezco tomar de los mejores cafés del mundo, me rehúso a tomar el ripio de la producción de café -el que no califica como calidad de exportación- como hacen tantos resignados. Intento combatir el sueño mientras me deleito con las historias de Bukowski, pero todo parece indicar que esta batalla la perderé.

Cabeceo, me pesan los ojos, no puedo concentrarme bien y este libro merece más. Lo cierro. Busco una posición adecuada de descanso en oficina -estoy segura que no existe tal cosa- que me deje pestañear mientras despisto a los demás. Miro alrededor, no hay nadie, me recuesto y duermo.

Suena el teléfono, despierto. Sigo en la oficina, afuera pitan buses. 12 minutos -no es suficiente- pensé, pero seguramente pronto entrarán mis compañeros y sería bueno que no me vieran durmiendo. Me incorporo. Frente a la pequeña L que forma mi escritorio, me pongo las gafas y comienzo a jugar en el celular -ya tiene pantalla antiespía- y nadie sabrá lo que hago en mi teléfono.

Maldita sea, apenas son las 8:59.

Un poco de confesión

Extraño a veces llamarte en las noches, "hasta mañana bixi, japi nit".
Extraño a veces dormir contigo y jugar a abrazarte o a que me abraces y de repente movernos para un minibesito y seguir durmiendo.
Extraño a veces mirar tus ojotes y perderme viendo tu boca mientras mi mente recrea el sabor y la textura de tus labios, con esos movimientos únicos que hacen de tus besos semejante placer.
Extraño a veces tu cuerpo sin ropa, rozarte despacio con mis delgaditos dedos, desde la cabeza hasta los pies, recorriendo todo lo que hay en tu físico que me atrae como imán y tanto me gusta.
Extraño a veces, a veces mucho, a veces no tanto. Respira mi alma sonriente al saber que siempre estás a mi lado. En mi mente te dibujo con facilidad y eso me ayuda a sostenerme hasta que vuelvo a estar a tu lado, momento en que me recargo y me lleno por dentro de herramientas para satisfacer un poco los anhelos de vos cuando te extraño.

28.7.11

Influencia

Y la sigo buscando a ella. Soltarle mil palabras a cualquiera y recibir otras mil no satisfacen mi maldito deseo de hablar con ella.
La pienso, la busco, no la encuentro y la puteo. Se me perdió y no supe cómo, ¿cómo si todo estaba tan bien? Muchas sonrisas, conversaciones divertidas y llenas de sinceridad, abrazos y todo ese coctel que nos hacía una relación casi perfecta, se fueron al carajo cuando ella agarró la opción de desaparecer, o tal vez no la agarró, simplemente dejó fluir su talento innato de ausentarse.
Vaya mierda, en qué estará y 30 preguntas más me nadan en la cabeza como delfines en apareamiento y dan vueltas y vueltas, una tras otra, enloqueciéndome porque no hay respuesta a ninguna, lo único que sé es que no está, claro, y que me hace tanta falta como siempre que se va.

Presentes

Mamá… presente
Papá… presente
Tía… presente
Hernán… presente
Nani… presente
Andrés… presente
Mona… presente
Antonia… presente
Mongo… presente
Ana… presente!

Todos presentes, no importa nada más. Luego de 27 años he aprendido que nada importa más en la vida que la familia y saber que hoy estamos todos aquí es un motivo de alegría y mucho amor.

Vivir presentes, no escondidos en recuerdos de tiempos que no se repetirán, mucho menos enfocarse en el futuro porque jamás podemos asegurar que ocurrirá. El futuro es una nublada idea de realización, en la que nada está confirmado y nada es seguro. Es, por lo tanto, imposible de predecir.

El presente es en donde jugamos a la vida y el único tiempo en el que nos tenemos que concentrar.

Hoy estamos presentes, todos estamos aquí, unidos, disfrutando de la compañía, luchando por la vida y nada más importa.

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