¿Cómo sabría hasta donde quiero llegar con algo que voy a probar, acaso pararé cuando me canse de besarte, acariciarte y me canse de tener tu cuerpo?
O no me gustaría ir más allá de un beso sencillo, que simplemente me de la bienvenida a un mundo desconocido, pero tentador… No lo sé, en mi cabeza deambulan mil posibilidades, cada una me enfría los pies, me hace temblar el cuerpo y ¡provoca un vacío en mi estómago! ¡Sonrío al pensarlo!...
¿Harías vos el primer movimiento o lo haría yo? De ser lo primero, temblaría, tal vez del susto, y no sabría como tomar control de la situación, supongo que te dejaría manejarme a tu antojo; si lo hiciera yo, me acercaría a vos, cerrarías tus ojos o te los cerraría, estoy segura que te los cerraría, luego acercaría mi boca a tus labios y los besaría lentamente, tan suave como nunca te han besado, porque estoy segura que te estaría besando una niña inocente que por dentro pide ser despertada, ¡en vez de la mujer que se acostumbró a besar por hacerlo!, despacio movería mis labios, entrelazándolos con los tuyos, tomando tu aliento, sintiendo como tu lengua busca la mía, hasta que al fin sucede… Te habré besado… ¡Qué sentirá mi cuerpo, qué sentirá mi corazón, pero aún más importante, qué sentirás vos!
Tocaría tu cuerpo palpitante como nadie te lo habrá tocado, soñaría con vos y te haría soñar conmigo, luego, al instante haría tus sueños realidad… Recorrería tu cuerpo, tocaría cada centímetro de tu piel, te rozaría con mis labios, dibujaría mi deseo en vos, me robaría el perfume de tu piel y sentirías junto conmigo la delicadeza que me provoca… Acariciaría tu cara, miraría fijamente tus ojos, intentando descifrar su lenguaje enmarcado en todos los colores que hay en ellos, supongo que sonreiría al mirarte y sé que te halagaría por tu hermosura, por esa ternura que compartís conmigo y eleva mi mundo hasta el cielo.
No sé si las palabras servirían de algo, tampoco sé que te diría para no arruinar un momento tan anhelado, maldita sea, quisiera decirte lo mucho que he pensado en unir tus labios y los míos, y quisiera escuchar que me dirías en ese momento… Esos ojos… Esa boca… Esa cara tan hermosa… Ese cuerpo…
Han puesto un obstáculo de cemento, lámparas y placas plásticas,
para que los hombres no intenten escapar,
aunque sea usando su imaginación...
El instinto animal, ¿qué pasó con él?
Los hombres no nacieron para ser encerrados en jaulas sin rejas,
Los hombres no nacieron para estar atrapados sin razón,
Los hombres no nacieron para trabajar sin entusiasmo,
Los hombres no nacieron para ser inmersos en tal monotonía,
Monotonía que quema las neuronas, mientras la luz emitida por la pantalla de un computador entra por los ojos y llega hasta el cerebro, borrando recuerdos felices de épocas de parques, juegos de fútbol, cielos azules, nubes danzantes, helados, perros jugando, ocupando los espacios con información que persigue en las noches y recuerda las obligaciones que nadie pidió y alguien aceptó sin darse cuenta.
Monotonía que rompe espíritus, desgarrando las ganas de salir de viaje, de tener una familia para disfrutar, de ver una película en compañía de una buena persona, quitando de la memoria la sensación de un niño todas las mañanas al comenzar un nuevo día, un nuevo día que no puede traer nada mas malo que no ser elegido en un partido, o caerse jugando escondidijo.
¿Qué sentido tiene gastar el tiempo en una oficina, si el tiempo no tiene determinado su final?
¿Qué sentido tiene vivir sin disfrutar las cosas que quitan el aliento?
¿Qué sentido tiene levantarse todas las mañanas si las actividades no provocarán sonrisas?
¿Qué sentido tiene acostarse a dormir al llegar la noche, añorando que en sueños la mente llegue a mundos que la oficina no dejará conocer?