8.12.08

La niña que miraba la Luna y el chico que jugaba a la pelota

La niña que miraba la Luna  mientras elevaba una cometa está sentada, no sabe donde pero siente que aún mira la misma Luna y eleva la misma cometa, las nubes querían taparle esa, su Luna, pero ella la seguía viendo, la puede sentir a través de los obstáculos, eso no lo olvida y quien la dibujó la dejó encantada en ese momento, en ese lugar.  No se quiere ir, en ese lugar es feliz aunque no sabe donde queda, no sabe como regresar a casa pero no le interesa, en ese lugar sólo la mira alguien, ese alguien que desde el primer momento la hechizó, ese alguien es un chico, un chico que jugaba a la pelota, un chico que siempre jugó y nunca fue capaz de dejar de hacerlo, un chico que detuvo en su imaginación el escenario perfecto para la chica que nunca se lo pidió, le demostró al plasmarlo en un papel que la entendía, que sabía quien era esa chica y que pensaba en ella.
Ahora ella cierra los ojos y se ve, en una noche fría, con su pelo cogido, con su cometa en la mano, sentada como siempre mirando hacia un cielo, pidiendo un deseo que tal vez nunca le será concedido de nuevo porque le dejaron probar lo que pedía y no le prestó la suficiente atención.  
Le duele su sonrisa, le quema su felicidad, lo tuvo y fue suficiente para saber que existe, pero el dolor de haberlo perdido no se va y de vez en cuando aparece en su memoria para recordarle lo delicioso que sabía y para darle envidia porque alguien más se saborea con sus locuras, sus palabras, sus velocidades y su creatividad.
Lo adora, la niña que miraba la Luna mientras elevaba una cometa adora al chico que jugaba a la pelota, es lo más sano que puede concluir al intentar buscarlo en su cuadro perfecto pero lo único que encuentra es su firma en la esquina inferior derecha, él no está en ese cuadro, ni él ni su pelota, ni él ni sus juegos, sólo está la niña... sentada en una manga, mirando hacia el cielo en escala de grises.
Un lápiz la inmortalizó y a él por haber captado su esencia en un pedacito de papel, regalo que no podía ser visto porque faltaban esas tres letras que son un juego y el nombre de quien la niña quisiera volver a tener...

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