Nada está bien. Bueno, algunas cosas están bien, muchas cosas lo están, pero nada está bien. El 2020 se terminó y sigue siendo la misma mierda. La pandemia no se ha ido, como mínimo se ha empeorado, porque ahora la gente tiene esperanza en una vacuna que no remedia el problema y se han relajado aún más.
Andrés sigue muerto, la tía sorpresa sigue muerta, cocoliso sigue muerto.
Ninguno volverá y yo no me acostumbro.
Ayer pensé verlo en un muchacho afuera de mi casa en el parque, se me rompió el corazón, nunca más lo volveré a ver. Me sabe a mierda la vida así, la vida sin él, la vida sin ellos. Pienso en tantas cosas que debí haber hecho mejor, en tantas cosas que pude haber hecho diferente, tal vez así él seguiría aquí, o tal vez no, ya no hay forma de saberlo. No existen las máquinas para devolver el tiempo y si existiera, no sé a cuál momento viajar para evitar esa puta tragedia que acabó con una parte de todos nosotros.
Cambiaría mi reino por su vida, que nunca se hubiera ido, porque ay, cómo me duele. Nada me había dolido tanto como perderlo, aunque lo siento, lo huelo, lo percibo, lo recuerdo, lo pienso tanto que me ahogo en lágrimas por no poder escucharlo, mirarlo, abrazarlo.
Algo dentro de mí se murió esa madrugada, y parece que poco a poco se fuera llevando un poco más.
Nada está bien.
Ni 2020, ni 2021.
¿Feliz año? ¿De qué mierda estás hablando?
El 2021 es lo mismo que el 2020 con un 1 de más. A la pandemia, la quiebra, la muerte y los demonios mentales no les afecta que la Tierra haya pasado otra vez por un punto en su órbita alrededor del Sol. El año nuevo no cambia nada, manada de pendejos.