Espero que al leer esto, le duela.
Hay tantas cosas que no entiendo… Es normal, es como debe ser, pero en un momento como este, esto se torna abrumador.
¿Qué se necesita para que desaparezca de mi mundo entero, para que jamás nadie lo vuelva a mencionar, para que nunca tenga que escuchar siquiera su voz o verlo pasar?
¿Qué tengo que hacer…?
Usted pasó de ser el número 1, a ser la peor de las pesadillas. Una de esas que uno quisiera que termine, pero que sabe que apenas está comenzando, porque lo que le falta hacer a usted para arruinarme sé que es mucho.
Qué tirria me da.
Yo no entiendo nada que tenga que ver con usted, tampoco lo quiero entender. En un momento de mi historia pedí al Universo fuerza para comprender pero nunca la conseguí y dejé de pedirla. No quiero nada, ni que por equivocación coincidamos en mi mente.
Quisiera que desapareciera de repente, que no quedara ni un recuerdo, porque hasta los recuerdos de momentos que fueron felices hoy me dan ganas de vomitar. Usted no es quien los generó, usted es un monstruo, de esos que uno no puede dejar el pie por fuera de la cama porque aparece cuando menos se piensa y le hala las patas.
Ya no sé si es odio, no me gusta el odio porque no le encuentro mucho sentido, sin embargo percibo en mi una gran cantidad de sentimientos dañinos cuando usted aparece en escena, así sea por simple mención.
Asco, desilusión, tristeza, negación, resentimiento -puede ser-, decepción, aborrecimiento, etc. Es una lista larga, más de lo que jamás imaginé.
Usted sabe que yo lo amaba, que admiraba aspectos suyos, que lo imitaba incluso. ¿Ahora? Ahora quisiera no compartir ni su apellido, usted es un patán.
¿Cómo se le ocurre desaparecer de la vida de su hija sin los cojones de enfrentarla y explicarle por qué ella no lo ve? Se está cagando en ella y se le va a devolver.
Por encima de todo yo creo en el karma y usted se va a gastar 1 millón de vidas siendo santo para compensar las cagadas que le ha hecho vivir a su familia.
¡Gas, me da tanto mal genio!
Quisiera no publicar esto, pero ¿sabe qué? usted pasa por aquí, y cuando lo haga leerá esto y sabrá por qué no soy capaz ni de mirarlo a la cara sin que las lágrimas me inunden los ojos de la ira que me da.
No puedo creer que en algún momento lo admiré. Apelo a la inocencia para no detestarme a mi misma por boba.
Mi terapeuta me explicó que usted había venido a nuestras vidas a desestabilizarnos, para enseñarnos cómo crecer frente a las circunstancias y a la negatividad que usted genera, cómo le parece, al parecer hasta que no aprenda a lidiar con usted, no se va a ir. Como dice mi papá, ¡vida pa’hijueputa la mía! ¡Cómo voy a aprender a lidiar con usted si siento que me va a dar una úlcera si sigue apareciendo!
No me gusta atacar, no me gusta la violencia, no me gusta ser la persona que soy frente a usted, sus actos o su recuerdo. No me gusta. No sé cómo no serlo. No me gusta que me corchen tampoco.
No debo dejar que me afecte, es la clave, también me lo enseñó mi terapeuta. A veces lo hago muy bien, pero cuando me coge desprevenida me saca de casillas.
Me desgarro las tripas, me provoca caerle a golpes a ver si así deja de ser tan mala persona, pero no, hay con quienes no se puede razonar, y de esos usted es el campeón, porque por encima de usted nadie, ¿verdad?.
Usted es el “niño dios”, el todopoderoso víctima número 1 de todo lo que ha pasado en el mundo, bueno o malo, porque hasta el famoso aleteo de una mariposa al otro lado del mundo es el culpable de su porquería de vida, todos menos usted, ¿verdad? así no se razona con nadie. Asuma su puto caos, madure y sirva para algo bueno, no para “enseñarnos a crecer frente a sus actos negativos”. Bobo cagado. No le digo hijo de puta, porque ella no es puta.
Quiero olvidarme por completo de usted, maldita pesadilla dañina que no se acaba nunca.
Me voy, porque ¿sabe qué? ni vomitando todas las letras puedo sacarme esta mierda que usted me causa de adentro.
Hay tantas cosas que no entiendo… Es normal, es como debe ser, pero en un momento como este, esto se torna abrumador.
¿Qué se necesita para que desaparezca de mi mundo entero, para que jamás nadie lo vuelva a mencionar, para que nunca tenga que escuchar siquiera su voz o verlo pasar?
¿Qué tengo que hacer…?
Usted pasó de ser el número 1, a ser la peor de las pesadillas. Una de esas que uno quisiera que termine, pero que sabe que apenas está comenzando, porque lo que le falta hacer a usted para arruinarme sé que es mucho.
Qué tirria me da.
Yo no entiendo nada que tenga que ver con usted, tampoco lo quiero entender. En un momento de mi historia pedí al Universo fuerza para comprender pero nunca la conseguí y dejé de pedirla. No quiero nada, ni que por equivocación coincidamos en mi mente.
Quisiera que desapareciera de repente, que no quedara ni un recuerdo, porque hasta los recuerdos de momentos que fueron felices hoy me dan ganas de vomitar. Usted no es quien los generó, usted es un monstruo, de esos que uno no puede dejar el pie por fuera de la cama porque aparece cuando menos se piensa y le hala las patas.
Ya no sé si es odio, no me gusta el odio porque no le encuentro mucho sentido, sin embargo percibo en mi una gran cantidad de sentimientos dañinos cuando usted aparece en escena, así sea por simple mención.
Asco, desilusión, tristeza, negación, resentimiento -puede ser-, decepción, aborrecimiento, etc. Es una lista larga, más de lo que jamás imaginé.
Usted sabe que yo lo amaba, que admiraba aspectos suyos, que lo imitaba incluso. ¿Ahora? Ahora quisiera no compartir ni su apellido, usted es un patán.
¿Cómo se le ocurre desaparecer de la vida de su hija sin los cojones de enfrentarla y explicarle por qué ella no lo ve? Se está cagando en ella y se le va a devolver.
Por encima de todo yo creo en el karma y usted se va a gastar 1 millón de vidas siendo santo para compensar las cagadas que le ha hecho vivir a su familia.
¡Gas, me da tanto mal genio!
Quisiera no publicar esto, pero ¿sabe qué? usted pasa por aquí, y cuando lo haga leerá esto y sabrá por qué no soy capaz ni de mirarlo a la cara sin que las lágrimas me inunden los ojos de la ira que me da.
No puedo creer que en algún momento lo admiré. Apelo a la inocencia para no detestarme a mi misma por boba.
Mi terapeuta me explicó que usted había venido a nuestras vidas a desestabilizarnos, para enseñarnos cómo crecer frente a las circunstancias y a la negatividad que usted genera, cómo le parece, al parecer hasta que no aprenda a lidiar con usted, no se va a ir. Como dice mi papá, ¡vida pa’hijueputa la mía! ¡Cómo voy a aprender a lidiar con usted si siento que me va a dar una úlcera si sigue apareciendo!
No me gusta atacar, no me gusta la violencia, no me gusta ser la persona que soy frente a usted, sus actos o su recuerdo. No me gusta. No sé cómo no serlo. No me gusta que me corchen tampoco.
No debo dejar que me afecte, es la clave, también me lo enseñó mi terapeuta. A veces lo hago muy bien, pero cuando me coge desprevenida me saca de casillas.
Me desgarro las tripas, me provoca caerle a golpes a ver si así deja de ser tan mala persona, pero no, hay con quienes no se puede razonar, y de esos usted es el campeón, porque por encima de usted nadie, ¿verdad?.
Usted es el “niño dios”, el todopoderoso víctima número 1 de todo lo que ha pasado en el mundo, bueno o malo, porque hasta el famoso aleteo de una mariposa al otro lado del mundo es el culpable de su porquería de vida, todos menos usted, ¿verdad? así no se razona con nadie. Asuma su puto caos, madure y sirva para algo bueno, no para “enseñarnos a crecer frente a sus actos negativos”. Bobo cagado. No le digo hijo de puta, porque ella no es puta.
Quiero olvidarme por completo de usted, maldita pesadilla dañina que no se acaba nunca.
Me voy, porque ¿sabe qué? ni vomitando todas las letras puedo sacarme esta mierda que usted me causa de adentro.