16.11.20

Así fue el atentado

16 de noviembre de 1999

Vos la recordás como una noche de noviembre que primero fue cálida y luego fría, yo la recuerdo como una de las peores noches de mi vida, por no decir la peor.

Vos recordás el calor de las balas y el frío de la muerte arropándote, yo recuerdo cada minuto como si no hubieran pasado todos estos años.

Recuerdo llamar a casa para que nos fueran a recoger a la tía y a mí en la escuela de inglés, pero en vez de eso escuché “le dispararon”, no entendí ni a quien. Confundida, le entregué el teléfono a la tía, ella sí entendió. “Le dispararon a Andrés”. Por un instante sentí que un calambre recorrió todo mi cuerpo, se detuvo mi corazón y mi mente se quedó en negro.

Recuerdo la lluvia que me golpeaba en la calle, mientras intentaba conseguir el transporte para regresar a casa, misión que se hacía imposible. De noche y con una lluvia tan fuerte, no hay forma en esta ciudad. La frustración te inunda, como la lluvia a los zapatos. No hay buses, no hay taxis y caminar hubiera sido una locura en esas circunstancias, agravadas por esa urgencia que sólo le daba más energía a la frustración.

Es horrible no poder remediar una situación, atrapadas, emparamadas, asustadas y desesperadas, mientras en otro lugar se desenvolvía una tragedia. Vos debías haber ido con nosotras a clase, no recuerdo por qué no fuiste, aunque conociéndote, probablemente no fuiste porque tenías mejores cosas qué hacer. Tal vez no te hubieran disparado, o tal vez los sicarios hubieran aplazado su misión. Esta última opción es la que probablemente hubieran hecho, no creo que ese tipo de atentados puedan desecharse tras un intento fallido.

Recuerdo el llanto ahogado, el miedo o mejor dicho, el pánico disfrazado de susto, mientras íbamos en el carro de una mujer desconocida pero amable que se ofreció a llevarnos a casa. Sentía mucho miedo entrelazado con negación, “no puede ser que le hayan disparado a mi hermano, no, seguro se equivocaron”, eso pensé.

Recuerdo el abrazo más fuerte con mi hermana que con cualquiera, su bata de Picasso, llena de pinturas de colores por todas partes. La gente corriendo por toda la casa, los gritos, los insultos, las miradas rabiosas cargadas de frustración. Era cierto, te habían disparado. Ya no estabas, te habían llevado a una clínica cercana, pero el desespero recorría cada habitación de la casa y los que estábamos allí en medio del shock parecíamos caballos desbocados.

Recuerdo ver la sangre por toda la casa, recuerdo sentir como si en mi cabeza sólo habitara oscuridad y mis pensamientos fueran hilos delgaditos que se rompían uno tras otro, sin concluir nada, sin llegar a nada.

Recuerdo que lo único que quería era verte, abrazarte, darte la mano y, con mis poquitos años y mi ignorancia de la situación, decirte que ahí estaba como siempre y que de esa saldríamos, como habíamos salido de tantas, mientras del otro lado de los fríos muros de la clínica la muerte te robaba la vida.

En medio de la locura, me subí a un carro y llegué. No sabía nada, sólo veía gente afuera de Urgencias en la clínica. Familia, amigos, conocidos, toda esa cantidad de personas que sólo alguien como vos puede reunir rápidamente, sin quererlo, en una noche del invernal y lluvioso noviembre.  Algunos estaban sentados en las aceras, otros en la calle, otros caminaban y otros estaban sentados en carros. Personas llegaban, personas se iban y volvían, pero ninguno se despedía, nadie era capaz de alejarse. Algunos tomaban tinto, otros fumaban, otros se comían las uñas, y nadie sabía nada. Todos lloraban, se abrazaban, se intentaban dar consuelo, algunos rezaban, otros planeaban venganzas.

Recuerdo las expresiones de furia en las caras de tus amigos, parecía como si una escena peor se fuera a desencadenar cuando encontraran al que te había mandado a matar o a los que te habían disparado. Ellos rápidamente supieron quién había dado la orden y sabían dónde vivía. “Estos locos se van a ir a matar a alguien”, pensé.

Yo, una niña que nunca había sido normal, ni común, ni corriente, no tenía idea qué hacer. Todo eso me parecía increíble. Te admiraba demasiado, y aunque a veces habías hecho cosas un poco dañinas, no me imaginaba que algo así pudiera estar pasando, después de todo, vivíamos en un buen barrio, éramos una familia de bien, y nos rodeábamos de buenas personas, al menos eso creía.

Sentada en el borde de la acera, sólo miraba a todos los grupos de presentes en los momentos en que las lágrimas despejaban mis ojos. Sentía las miradas, sentía el dolor en el aire, sentía la angustia de mis papás, de mis tíos, de mi hermana y de todos los que estábamos ahí esperando alguna palabra o señal por parte de los doctores.

Esperar y esperar, no había nada más que hacer mientras los médicos intentaban arreglar ese lastimado cuerpo que luchaba por su vida.  Te habían impactado dos balas en el torso, y al parecer habían hecho bastante daño. Fue una noche muy larga, los minutos parecían estirarse como gomas de mascar infinitamente elásticos. Una noche cargada de emociones y sentimientos muy fuertes, no todos muy buenos, por supuesto. 

Fue una noche que cambió para siempre la vida de todos nosotros. Fue el principio de muchas noches de insomnio, días de dolor, de paranoia. Muchos llantos, desesperos, intentos de salir adelante, ensayos, errores y de esperanza de que algún día, todo volviera a estar bien. Todo podría llegar a estar bien, pero nunca nada volvería a ser igual.

Alrededor de las 7 de la noche suena el timbre, Hernán se levanta de uno de los muebles de la sala y sin preguntar quién es, abre la puerta. Él primero abría la puerta y después preguntaba, nunca entendí por qué, tal vez era demasiado confiado, tal vez no se imaginaba que algo malo, algo como esto, podría pasar. Para alguien que fue amenazado tantas veces por sus logros en la política del país, siempre me pareció increíble ese vicio de abrir la puerta para descubrir quién tocaba, si para eso se instalaba el ojito en el medio de la puerta.


“Buenas noches”, dijo.

“Buenas, señor, ¿está Andrés?, venimos a entregarle unos CD”, dijo un hombre.

“Si, aguarden”, respondió Hernán. Justo él, ese papá que daba su vida por vos, qué ironía.

“Polo, lo necesitan en la puerta”, gritó. Era una casa inmensa y tu habitación era la más alejada de la puerta. Gritar era necesario para comunicarse de un extremo a otro.


Hernán dejó la puerta entreabierta y volvió a sentarse en el mueble de la sala, seguramente estaban pasando las noticias en televisión. Afuera habían quedado dos muchachos que habían llegado en una moto.

Saliste, no recuerdo si hubo algún intercambio de palabras, o si inmediatamente empezaron a dispararte. Afortunadamente tus reflejos te hicieron entrar corriendo de nuevo a la casa, aunque ya era demasiado tarde. Lograste entrar y caíste al suelo. Te desplomaste y entre gritos se desató el caos.

Un muchachito adinerado estaba celoso porque eras el nuevo novio de su ex. La ex no era una mujer admirable, no era muy hermosa ni tenía un cuerpo espectacular. A mí no me parecía bonita, además no me sentía cómoda en su presencia, me parecía un poco rara, como esas personas que emanan una energía o algo que no te permite sentirte a gusto a su alrededor. Contrario a lo que solía pasar con tus novias, con esta no logré conectarme. En fin, ella no era una mujer por la que uno creería que alguien podría matar. Increíble, por una mujer con el tatuaje más horrible que podía tener en su pecho, un niño rico te mandó a matar.

Recuerdo haberme enterado de que era hijo de un juez de la ciudad y que por eso nunca lo iban a hacer pagar, ni a él ni a los sicarios. Recuerdo también que supe su nombre y el nombre del conjunto residencial donde vivía. Años después fue algo cerca a la tortura el tener que pasar todos los días frente a su casa, sentada en el bus que hacía la ruta para llegar a la empresa donde trabajaba. Me preguntaba si aún estaría ahí adentro o si estaría viviendo en un país como Estados Unidos, si sentía algo por haber dado la orden de asesinarte, si algún día alguien le haría pagar, qué le habría dicho su papá antes de escapar, qué clase de persona era para actuar de esa manera tan vil. Todos los días, de lunes a viernes, pensaba en la trágica noche y me llenaba la mente de preguntas que seguramente nunca tendrían respuesta, porque sabía que era una causa perdida, sabía que al desgraciado niño rico ni a los sicarios la justicia los iba a atrapar.

Hay momentos que se quedan grabados en la mente, la noche completa del 16 de noviembre de 1999 es sin duda uno de ellos. No la olvidamos nosotros, ni tampoco la olvida nuestra casa, porque en sus muros todavía se pueden ver los orificios hechos por los impactos de las balas que tenían como objetivo, matarte.


6.11.20

El desajustado

“A veces tenemos que forzarnos a poner los pies en el suelo para que nos saquen de la cama o del sillón en que nos refugiamos. A veces, aunque podría decir que son muchísimas más que aquellas en que no nos tenemos que obligar, pero no quiero pintarles un escenario demasiado oscuro. 

A veces nos levantamos de la cama y terminamos yendo derechito al sillón cómodo. 

A veces logramos engañarnos y hacemos cosas, salimos, escribimos, tomamos fotografías, y así.

A veces nos levantamos de la cama con el único objetivo de buscar comida, para que las pastillas no nos hagan fuego en la barriga. Pero fuera de eso, encontramos muchas dificultades para hacer algo. No nos provoca, no nos provoca nada. No encontramos placer, tampoco disfrute en aquellas cosas que ustedes viven alegremente.

Nos sentimos incomprendidos cuando alguien nos intenta dar ánimos, o nos critica, o nos mira mal al vernos decaídos, porque para los demás, los problemas de salud mental no son reales. Ellos no entienden y no entenderán nunca a no ser que padezcan algo así.

Háganse de cuenta que se han robado la paleta de colores con la que se pinta todo lo que vemos, y en su lugar han dejado sólo grises y negro. No queremos ver la vida en escala de grises, pero no podemos evitarlo.

Para otras personas nuestra salud mental si está afectada, esas nos caen bien. No nos obligan a nada, nos tienen paciencia, nos escuchan y no nos dan palmaditas en la espalda, ni pronuncian vacías frases de motivación.

Si en nuestro poder estuviera tomar la decisión de vivir con esta desgracia o vivir como los sanos, créannos, no escogeríamos esto.

¿Alguna vez se han mirado al espejo mientras se cepillan y no encuentran vida en los ojos que ven? Nos cepillamos por inercia. Por inercia es que hacemos cualquier cosa que hacemos. Reímos, suspiramos, sentimos miedo, desespero y rabia, especialmente cuando sentimos que se nos va la vida atrapados en un túnel en un sillón, pero no conseguimos hacer nada más. Es frustrante, eso nos hace llorar.

Nos cuesta muchísimo movernos o actuar, y no es que no lo intentemos, es que a veces no nos da. El cerebro no nos deja. Creo que esto es lo más difícil de comprender para los demás. Es nuestro propio cerebro quien nos ha secuestrado todo y nos ha dejado sin razones para escaparnos. Nuestro propio cerebro es nuestro captor, y ¡qué difícil nos pone el escape!

¿Cómo te vences a ti mismo si no puedes evitar tus ataques?

Con doctores, medicina y mil cosas más, algunos a veces llevamos una vida un poco “normal”. Es una dura batalla, pero a veces podemos pelearla. Quizás haciéndolo podemos inspirar a otros como nosotros a combatir sus desajustes, perdón, enfermedades”.

Espero puedan comprenderme,

Besos, “el desajustado”.


Al terminar esta carta, respiró profundo, fue al balcón, encendió un cigarro y al dejar ir el humo pensó, “un día a la vez, sólo un día a la vez”.

26.10.20

Perdiste

Se te fue la estrella de las manos.
Te enamoraste y quisiste mantenerla a tu lado para siempre. No te juzgo, por el contrario, te entiendo.
Te deslumbró, fue tanta su luz que te cautivó al mirarla, fue tan bonita su energía que no pudiste concebir separarte de ella.
La estabas ahogando, su poder debía seguir contagiando al mundo, pero esa idea iba en contra de tu profundo deseo de jamás perderla y continuaste apretándola entre tus manos, tan intensamente que la ibas desintegrando con el pasar del tiempo.
Así es un poco el amor que conocías, verdad? Es una lástima pues ella se sentía en casa a tu lado, no creía que la pudieras lastimar y continuaba palpitando enérgicamente, llena de colores brillantes, mientras en tu mente cada momento se iba arraigando más y más la idea de que tenía que ser sólo tuya, de que el mundo no te la debería arrebatar y celosamente la empezaste a encerrar.
Ilusamente llegaste a pensar que si te convertías en su todo, ella jamás te dejaría.
No puede ser tuyo algo que ya es del Universo. Ella merecía irradiarlo todo con su magnificencia, y a pesar de quererte se tuvo que apartar porque la estabas sofocando y la terminarías matando.
Una estrella como ella no merece un instante así, es y debe seguir siendo libre, feliz, radiante, contagiando alegría a todo el que la mira, a todo el que toca.
Tu amor ciego y mal concebido la obligó a escapar, era su vida o tu capricho y bueno, para ella no fue fácil elegir pero lo hizo por el bien de todos. Ya te había enseñado sentimientos grandes y era hora de partir.
Se te escapó de las manos y con rabia, dolor y mucho llanto en tus ojos la viste alejarse, sin despedidas largas, sin calma, violentamente saltó y se alejó de tu locura.
Y así quedaste, desesperado, triste y más loco que nunca, porque sentiste el momento exacto en que tu estrella se fue de tus manos y te desgarró el corazón.

6.10.20

¡Al maestro!

Maestro, ¿cómo estás?
Maestro, ¡te extraño!
Maestro que vacío se siente adentro...
El tiempo parece no correr, el cielo no muestra sus colores y las noches se hacen tan largas que desesperan...
Alucinaciones, desesperos, lágrimas...
Ojos tristes, barbas largas, pelos sucios, sonrisas fingidas, caras tristes...
Maestro, ¿de qué sirve la vida sin vos?
Se cerraron los tiquetes para viajar al mundo Onírico, en las noches no se concibe sueño alguno y si se cierran los ojos, no hay descanso pues el corazón está donde estás vos.
Maestro, me enseñaste a ser quien soy, ¿cómo no extrañarte?


Esta entrada la hice el 11 de marzo de 2008, a saber qué estaría pasando con él en ese momento. Justo a 5 días de su muerte la encuentro y bueno, ¿cómo no publicarla si es ahora cuando es más pertinente?

Descansa en paz, maestro.
Esta foto fue el 1 de enero en Cartagena, cómo pasaba de bueno con vos...

28.8.20

Así te amaré

Te veo en una cama, perdiendo la ropa lentamente, besándome y no sé qué será de mí el día que por fin pase.

Recuerdo que tu lengua es suave y me pregunto cómo será perderme en tu aliento, tocar tus labios y que al terminar abra los ojos y vea tu cara, tocar tu pelo, sonreír, besarte de nuevo, ¿cómo voy a parar de besarte si me muero por ti?

Son las 3:18 am, enero 24... Estamos a menos de una semana del comienzo de mi nuevo año y lo único que quisiera hacer ese día sería que me cerraras los ojos y me besaras. Desde que te conocí, no puedo dejar de pensarte y de soñar contigo.

No sé si perderé la cabeza, porque dicen que uno la pierde cuando pierde la cordura, y yo de tanto pensar y darle cuerda a mi cabeza, ya la perdí.

Me vas a hacer sentir todo lo que nunca he sentido y no te niego que me da miedo. No sé qué hacer, cómo actuar, sólo sé que cuando pienso en mi mano recorriéndote, siento delicadeza y suavidad en mis dedos, y cosquillas en la piel por un suave roce.

Lo que tocarán mis dedos lo besará con cuidado mi boca, en algunas partes de tu cuerpo te rozaré con mis labios y te besaré despacio, es mi objetivo amar cada pedacito de tu piel y hacerte temblar, hacerte sonreír y escucharte pronunciar ese “te amo” más sincero.

Te siento con tranquilidad, pero respiras agitadamente, voy por tu cuerpo jugando y escucho la música que me hace volar, sonrío y corro a besar tus labios, son tan bien delineados que provoca dibujarlos con la punta de los dedos, pero tengo que dejar tu boca quieta por un momento pues tengo un cuerpo que disfrutar.

Ya no tienes casi ropa y estás boca abajo, te toco la espalda, beso tus piernas y subo desde tus pies hasta tu cuello, besando todo a mi paso, tan despacio que sientes desespero por no poderte voltear, pero tienes que aguantarte porque amo tu espalda, mil veces he querido besarla y al fin la tengo desnuda a mi merced.

Tienes unas manos brutales, me tocas y tiemblo, respiro tan rápido que siento que se estallará mi corazón. Ahora soy yo quien se queda quieta mientras te paseas por mi cuerpo, tocándome con esa boca que muero por tocar, es hermosa y se la prestas a mi piel para que nunca olvide el día que la despertaron y le mostraron cómo ama el ser más deseado de todos los existentes.

Mi piel se eriza cuando tocas puntos sensibles, una sonrisa se apodera de mi cara y se me escapa una palabra que nunca antes había sido tan cierta.  Haces conmigo lo que quieres y yo hago contigo todo lo que un día te pedí dejarme hacer.

Atrás se quedó la ropa inútil, la noche de recorridos por la ciudad y el pasado, pues todo lo que me compone ha olvidado cómo es la vida sin besarte y sin amarte.

Es mi mayor deseo tenerte, no sólo tu cuerpo, sino elevar tu mente a un estado de placer que jamás te permita olvidar esa noche y a quien te amó como lo hace alguien por primera vez en su vida.

Vas a gemir seguramente, vas a temblar cuando tu cuerpo se esté acercando a estallar y no puedo imaginarme como podré contenerme o parar... ¿puede haber algo más emocionante?

No puedo parar, se arquea tu cuerpo y siento un estallido en mi cuerpo y el tuyo, es muy difícil mantener los ojos abiertos pues es la sensación más increíble que puede un ser humano experimentar, es imposible dejarte, no puedo alejar mi cuerpo del tuyo, tus labios y los míos se entrelazaron y no tiene sentido separarlos porque se buscan tan desesperadamente que se encuentran.

He perdido el control de mis manos, juegan con tu boca, con tus huesos que acaban conmigo, con todo tu cuerpo, te mueven, te tocan, te sienten y graban la sensación de tu piel.  He perdido el control de mi cuerpo y parar no es una opción cuando te veo cerrar los ojos y entregarte a lo que sientes.

Memorizo tu cuerpo para nunca olvidarlo, me robo tu esencia y me pierdo en tu aliento, dibujo en ti mi deseo, te entrego todo lo que tengo y lo que no conocía de mí, sin reservas para el futuro.

En esa cama donde te vi lentamente dormir abrazándome, se quedó el mayor recuerdo del amor entre las dos, y en ese lugar y en nuestras mentes quedó grabada la escena que se desató cuando el cielo se entregó a fundirse con el mar.

2.8.20

Ayer te quité la ropa

Llamé a tu número, respondiste y en unos minutos estabas en mi casa.  Yo estaba sola.  Empezamos a hablar como siempre, de cualquier cosa, recordando tiempos en los que nada malo habíamos hecho, sólo era diversión, si tan sólo hubiéramos dejado la estupidez de enamorarnos a un lado, nunca hubiéramos tenido que separarnos.

Yo tenía una camisita y unos calzoncitos blancos que me gustan mucho y desde que había llegado a casa me había quitado todo lo demás. Hace mucho calor en estos días de Agosto y la ropa nunca ha sido lo que más me gusta usar.

"¿Cómo es que me recibes con tan poquita ropa?", de repente dijiste.

 Me reí.

"No es algo que no hayas visto antes y hace calor, pero si te molesta me pongo más ropa, no hay problema", dije.

Me reí de nuevo y sonreíste.

"¡No! ¡cómo se te ocurre!", fue lo que lograste decir mientras mis ojos se encontraron con los tuyos cuando dejé de caminar por toda mi habitación.

Era inevitable estar nerviosa, me temblaban las manos tanto como los pies, me movía de un lado a otro guardando cosas, pasando otras de un lado a otro.

Me senté en la cama y te miré, estabas en una silla viéndome mover como loquita.

"¿Nos fumamos un cigarrito?", te pregunté justo cuando me senté, realmente quedarme quieta era imposible.

"Claro, ¡vamos!".

Salimos al balcón, había poca gente en la playa, era un poco tarde y los domingos la gente parece tener conciencia de levantarse a trabajar al día siguiente.  Sobre el mar se reflejaba un poco la Luna que se estaba llenando y el viento movía las hojas de las palmeras.

"Me gusta este lugar, me gusta este sonido", dijiste guardando el humo en tus pulmones.

"A mí me gustas más tu", pensé.

Me reí.

Soltaste el humo, "¿de qué te ríes?".

"Me gusta lo que esta pasando en este momento", dije sonriendo y mirándote, creo que no tienes idea lo mucho que me gusta mirarte.

No dijimos nada durante unos minutos.  No fue silencio incómodo, fue el mismo silencio que siempre hemos guardado cuando nos sentamos a observar.

"En este balcón me acuesto a veces a tomar el Sol cuando hay mucha gente en la playa y me da pereza bajar".

"Perezosa, no cambias" te reíste y yo hice lo mismo.

Para qué negarlo, es real.

"¿Con ropa o sin ropa?", preguntaste.

Te miré con los ojos muy abiertos, no supe como más reaccionar.

"¿Con ropa o sin ropa qué?", pregunté.

"¡Tomas el Sol!", riéndote respondiste.

"¡Ah! sin, así aprovecho para quitarme un poquito las marcas porque nadie me puede ver aquí", dije.

No supe qué pensaste, sólo sonreíste y no hablaste más hasta que dijiste que entráramos porque hacía frío y querías poner música.

The kooks fue tu elección, me gusta esa banda, puse una canción que me gusta mucho, se llama Naive, luego dejamos que sonara aleatorio.

De repente escuché, “yo te quiero ver como si estuvieras en el balcón tomando el Sol".

Me reí muchísimo, no sé si del susto o del alivio que sentí porque te atreviste primero.

"Primero tienes que estar como yo porque estoy en desventaja", te dije.

Me miraste, guiñaste un ojo y te quitaste la camisa.

"Cierra los ojos", me dijiste.

 Lo hice y cuando me dijiste que los abriera, me encontré contigo frente a mí sin camisa y sin pantalón. Algo dentro de mí se derritió, te sentaste en la misma silla de antes y yo volví a sentarme en mi cama.

A partir de ese momento hicimos lo que tantas veces habíamos hecho y tantas otras quisimos hacer. Jugamos despacio, hablando y haciendo peticiones para ver nuestras partes, huesos “del patrimonio”, tatuajes, rayitas, heridas de guerra... Mientras íbamos haciendo eso teníamos que ir apartando lo que nos quedaba de ropa, hasta que fue necesario perderla.

No sé quien temblaba más, hacía mucho tiempo no jugábamos así, había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hicimos y era el momento ideal.

La sensación que te absorbe la mente cuando no se tiene nada que perder se apoderó de mí Me levanté y caminé hacia tí, me viste acercarme sin decir nada, me agaché y te dije algo muy bajito, te puse una mano en el cuello y te dí un beso, delicioso como siempre, como si nunca lo hubiera hecho antes, lento, no tenía afán alguno, ya no habían barreras y ese lugar perfecto había que disfrutarlo.  Algo tiene tu boca que con un pequeño roce me dispara el movimiento, me gusta lo que siento cuando te dejas llevar y hago lo mismo, no es otra cosa diferente a perfección.

Te quité la ropa sin tocarte, te quitaste la ropa para que yo pudiera disfrutar. Me quité la ropa para enloquecerte y nos perdimos en la cercanía y en el secreto. Te levantaste de la silla, rodeándome de besitos me llevaste a la cama y haciendo lo que nadie sabe fui feliz, tocándote de pies a cabeza, enredándome en tu pelo, perdiéndome en lo que tanto me gusta, sintiendo como tu piel recorría la mía y tu boca me hacía temblar.

Es delicioso, es algo que dura más que el tiempo que estuvimos jugando a la seducción y a hacernos estallar.  Desatar lo que siempre guardamos vale, dejarnos llevar también, todo se valió anoche, cuando te llamé para volverte a ver y terminé durmiendo, con mi mano en un abdomen que me borra la decencia, al lado de quien me libera el diablo y me quita la cordura.

Ahora mi cama huele a ti, mi piel te guardó en su memoria y como siempre, fue una noche para recordar-nos-.

29.6.20

Hay esperanza contra la homofobia


Escucho un sonido en la puerta de mi casa, lentamente alguien está girando la llave en el interior de la chapa. Rápidamente pienso, ¿dónde está Natalia?, ¿quién es?, ¿se están entrando los ladrones?. Un rayo de miedo atraviesa mi cerebro y me estremece, mientras sigo viendo la puerta esperando a que alguien aparezca. Veo un brazo delgado y pecoso, "ah, qué bien", son mis papás que han venido de sorpresa a traernos arroz con leche que mi mamá preparó en la mañana y como les había dicho que no podría ir, decidieron traérmelo, qué grandes.

Alegría, Matilda se enloquece un poco y ladra a todo volumen. Un poco de carreta, historias, lo de siempre. La pantalla del portátil está abierta, en ella se ve una bandera de arcoíris enorme que decidí poner en esta página para celebrar el orgullo. Les di las gracias por el arroz con leche, y agregué que yo no habría podido ir porque estaba ocupada trabajando en mi página web, momento en el que señalé la pantalla y mis papás clavaron su mirada en ella.

"¿Eso qué es?", preguntó mi papá.
"Esa es mi página, miren cómo está quedando", le respondí mientras descendía con la barra de navegación. 
Sin mucha intención de hablarles de un tema que no les interesa, dejé el computador y me puse de pie junto a mi papá.

"Oiga mija, si viera qué cartas publicaron en el periódico. Son cartas que los papás le han escrito a los hombres que se volvieron mujeres y mujeres que se volvieron hombres", dijo mi papá.
"A los trans?", pregunté.
"Si mija, lo más de bonitas", respondió.
"Eh, qué tan bacano", dije.
"Vea y casi siempre se van de la casa por miedo de los papás y terminan en la calle", dijo, "se las voy a guardar para que las lea", agregó.
"Qué bueno pa, gracias", dije sonriendo. "Qué bueno que publiquen esas cosas, para ellos es horrible, en la calle los matan, ellos son los que más difícil la tienen de todos, a esos pobres los matan por deporte", dije yo.
"Si, muy berraco", dijo mi papá.
"Bueno, nos vamos que va a llover", dijo un momento después y luego de las respectivas despedidas, se fueron.

Mi papá ha sido un hombre criado en una sociedad machista, montañera y homofóbica. Durante toda mi vida lo había escuchado hacer comentarios despectivos o jocosos sobre cualquiera de los miembros de la comunidad gay. Tanto así que una de las cosas que más ansiedad me creó, cuando gané la convocatoria para publicar mi primer libro, cuyo tema central es el amor entre dos mujeres y es bastante explícito, era pensar en la reacción de mi papá.

El hecho de escucharlo hablar de los trans de esa manera me impactó, me impactó tanto que tuve que sentarme a escribir. 

Hay esperanza. Si un hombre como mi papá es capaz de tener una conversación acerca de los trans, sin decir nada despectivo y por el contrario, sonar amable, podemos contribuir a la transformación positiva del pensamiento de muchos otros. 

Puede que no diga "trans", pero no necesita decirlo. Su forma de hablarme de las cartas fue más que suficiente para derretirme de orgullo, amor y alegría, y llenarme de esperanza.

28.5.20

Nuevo libro "Las imperfectas formas del amor"



ITA Editorial lanzó en el mes de febrero de este año una convocatoria para publicar escritos acerca del amor. Ganamos de nuevo con una historia romántica erótica muy bacana, "Esta es una historia de amores", por lo que ahora hay tres libros ¡TRES! con mis relatos en su interior. Felicitaciones a los demás autores que hacen parte de esta antología.

Me siento honrada y feliz. 
Además afortunada, gracias a Nat que me dio un twist espectacular esta vez, ella le pone sabor a todo en mi vida.

El libro lo encuentran físico conmigo y físico y digital en www.itabooks.com

27.4.20

Mi comienzo

Hace 350 millones de años no existía como lo hago ahora, por el contrario, era sólo una cantidad de energía divagando por el universo, jugando con estrellas, algunas fugaces, otras no, jugando con planetas, galaxias enteras eran mi distracción y mi campo de juego, los soles me divertían y me recargaban con su infinito poder, y no era quien está hoy sentada frente a esta vieja pero inspiradora y divertida máquina de escribir.

En las estrellas y su luz me resguardaba cuando los cometas amenazaban contra mi seguridad.  En los hoyos negros iba y buscaba lo que nunca había perdido pero por alguna razón me llamaba y me hacía desafiarlo todo al entrar a ellos.  En las cosas grandes, pequeñas, enormes o microscópicas encontraba la magia de un universo aún bastante inexplorado, repleto de astros, sustantivos, momentos y espacios por descubrir.  No necesitaba nada más que el paso de un cometa para darme un divertido paseo rodeada de objetos celestes brillantes, otros no tanto, pero todos por igual interesantes.

Nada podría salir mal, asteroides chocaban contra cualquier ente que se cruzara por su camino, destruyendo parte de ambos como los solíamos conocer, dejando rastros y huellas divagando por el infinito espacio de colores que formaba, en aquel entonces, este precioso universo que yo, como una amorfa cantidad de energía, disfrutaba recorrer, sin rumbo, sin fin, ¡ah! y lo mejor, sin afán, porque en aquel entonces el tiempo no era más que la suma de duraciones de episodios, no había ningún indicio de mortales humanos definiéndolo.

Todo era naturalmente caótico y sistemático, así como me gusta, todo tenía su intrínseco desorden y en cualquier momento algún elemento podría intentar variar el orden y la forma casuística de las cosas y las situaciones, y podría conseguirlo sin mayores inconvenientes.  Era un universo bastante flexible, permitiendo a todas sus formas, elementos y partes coexistir de manera que la libertad reinaba en el avance de un cometa, de la misma forma como lo hacía en el paso veloz de un asteroide y en el movimiento orbital de tantos planetas que podría visitar con tan sólo proponérmelo.

Ahora, la luz del Sol de nuestro sistema se va alejando de esta parte de la Tierra, el cielo se va tornando oscuro y comienzan a hacerse visibles todos estos elementos universales que hoy, 350 millones de años después tanto extraño, pues ahora sólo los puedo ver a miles de años luz de distancia, y ni puedo soñar con volver a montarme sobre un cometa y viajar sin afán y tan libre como sólo en esa época pude hacerlo.  Veo en nuestro cielo pequeñas manchitas luminosas, unas más grandes que otras, pero todas comparten la misma característica, son inalcanzables y hermosas.   Cómo quisiera poder aún viajar y divagar por el universo como esa amorfa cantidad de energía, en vez de tener que conformarme con sentarme en esta cama extraña frente a esta vieja máquina y vomitar tecleando esta sensación que de repente me cayó como una descarga de los gases de la superficie de Júpiter.

Me resulta divertido y más que acogedor aceptar que una vez, hace 350 millones de años, era universal, como la energía que cuando abandone este cuerpo pasará a otro estado y en otra aventura me embarcará. Es el destino, como el destino de las Lunas de recibir golpes indiscriminados de asteroides y rocas celestes, que las tocan para deformarlas porque no tienen mayor forma de evitarlo pues en vez de contar con una protectora atmósfera cuentan con su enorme fuerza gravitacional, que no hace más que traerles abolladuras y totazos.

22.4.20

FILBO 2020, la felicidad



Tanto por aprender, tanto por vivir, tanto por descubrir...
Estoy enamorada de este proceso de ser escritora.
Ayer tuve una charla en vivo con Alfredo de ITA Editorial, en el marco de la FILBO2020, Feria Internacional del Libro Bogotá. 
Hacer parte de esa feria es más que un sueño hecho realidad, que un libro con mi escrito esté en esa feria es algo que me hace sentir muy feliz, desde el fondo de mi corazón, porque me reafirma que voy avanzando en el camino que escogí y parece que se me da bien hacerlo.
No sólo haber participado en ese evento, sino que el libro "Barco de papel" esté en la vitrina virtual de la feria, ¡ah! qué berraquera, hermano.

Cuando tenga el video del live lo subiré.

12.4.20

Terminando amistades

Las relaciones de pareja no son las únicas que se terminan.

Siempre he pensado que las relaciones son como el neumático de una llanta. Se pincha, lo parchas. Se pincha de nuevo, lo vuelves a parchar. Puedes seguir haciéndolo,  hasta que el neumático sea más parches que neumático mismo, y ahí, ¡pum! Explota y no tienes forma de repararlo más. Es hora de descartarlo. Déjalo ir.

Las relaciones se dañan completamente después de muchos arreglos (o parches en un neumático).

Intentas solucionar el nuevo daño, lo arreglas. Vuelve y se daña (por el mismo motivo o por otro) y lo parchas de nuevo. Pero inevitablemente llega un punto en que pasas más tiempo arreglando la relación que disfrutándola y ¡pum! Estalla, punto de no retorno. Es hora de cortar el lazo. Déjalo ir. 

Las relaciones de pareja no son las únicas que se terminan.

Las relaciones de amistad pueden ser más resistentes a los arreglos, pero no son infalibles. 

Con los amigos te acercas, creas un lazo, compartes pensamientos, filosofías, energías, etc. Con los amigos una diferencia puede ser fácil de equilibrar, es más sencillo dejar pasar las molestias (si no eres un megadramático) y seguir adelante. 

Luego puede ser que te alejas, porque no lograron limar la aspereza, o porque la vida es así. Si te das cuenta a tiempo y vale la pena, acortas la lejanía y fortaleces el lazo. Si no haces esfuerzo por volver a acercarte, pues ya sabes, no era valiosa para ti.

Te acercas, todo es lindo de nuevo, fluyen y disfrutan juntos, comparten historias y todas esas cosas que los hicieron compatibles anteriormente.

Pero si te alejas por diferencias irreconciliables, por discusiones o por daños que te han ocasionado, seguramente entenderás que en ese momento el neumático estalló, porque sin importar la cantidad de veces que hayas intentado arreglar la relación, esta ya no es la misma, ya no sientes la energía, las ganas de conversar, de disfrutar. Eso que te unía se ha vuelto imperceptible. 

Terminar relaciones de pareja es relativamente sencillo, de acuerdo a la vida que hayas llevado, tendrás más experiencia y se te hará menos complicado hacerlo cuando llega el momento.  Pero no sabemos dar por terminada una relación de amistad.

¿Por qué no sabemos terminar una relación de amistad?

Creo que nos han enseñado que los amigos han de estar en las buenas y en las malas, que así crezcan pueden seguir compartiendo de una u otra forma, que los amigos son tesoros y han de cuidarse y aguantarse. Pero la realidad no puede ser más diferente.

Hay puntos de no retorno en amistades. Todos lo hemos vivido, seguramente no eres tan cercano a todos los amigos que has tenido a lo largo de tu vida. 

Te puedes convertir en ese alguien que no encuentra en común nada más que los recuerdos y el cariño por una amistad, pero que más allá de eso, con esa persona no vas a crecer, no vas a aprender, vas a estar atascado porque probablemente, las diferencias irreconciliables volverán, y de nuevo habrá que poner un parche al neumático, pero llegas a ese punto en que ha estallado. 

Y siempre es más sencillo alejarse que terminar.

Pero sea dicho o no, hay relaciones de amistad que deben terminar. Tal vez hasta por el bienestar de ambos.

El cariño puede quedar, pero para que la vida continúe, es necesario mantener la bicicleta funcionando, y con neumáticos reventados no puedes avanzar.

7.4.20

Nuevo libro, "Barco de papel"

¡Alegría!
Un nuevo libro con mi nombre ha salido a la luz. 💃 ¡báilalo amiga!
Esta vez ITA Editorial juntó a varios autores que escribimos sobre viajar y sacó un libro hermoso, está en formato físico y en digital en esta web:

https://itabooks.com/producto/barco-de-papel/
Yo también tengo algunas unidades disponibles, si estás interesado, contáctame

Me encanta la portada, el nombre y qué honor hacer parte de este nuevo proyecto.

1.4.20

4 de marzo

Hoy es el cuarto día del mes de marzo del año 1956, íbamos caminando por la calle, Carlos, mi mejor amigo Jorge y yo, cuando de pronto oímos un ruido. Nos extrañamos porque las calles estaban muy solas y era de noche, lo cual no era normal. Fuimos rápidamente hasta el lugar de donde creíamos venía el ruido y encontramos un hombre, tirado en el suelo, muy alto, con una ropa muy extraña, toda de color negro, con un arma en la mano. Era un revólver, se había disparado en la cabeza. 

Nos pareció raro la expresión que tenía en su rostro, estaba sonriendo, parecía muy feliz porque se iba a morir, los tres nos miramos, no lográbamos entender, ¿por qué si sabía que se estaba muriendo, estaba tan feliz?

Asustados, nos acercamos para revisar sus signos vitales, aún tenía pulso, aún respiraba, aún estaba vivo, parecía estar feliz los últimos minutos de su vida, ¿cómo puede estar aún vivo si se acaba de disparar en la cabeza?, ¿por qué se quería suicidar?, ¿cree que todo será mejor al suicidarse?, ¿cómo puede ser tan egoísta?, nos preguntamos. 

No lo lográbamos entender. Le preguntamos al hombre, pero él no nos escuchó, o simplemente no nos quiso responder. En ese momento, ¡¡¡BIIPPPP!!!, sonó el pito de un automóvil, “ya sonó el timbre, se acabaron las clases, ¿se van a quedar ahí parados?

El conductor extrañado nos gritó, estábamos de vuelta al cuatro de marzo de 1999.

30.3.20

Despertar

Me desperté de un largo sueño, vi a mucha gente reunida, todos vestidos de negro. Vi a mi madre y a mi abuela llorando, recostando sus cabezas sobre un cajón negro, parecía un ataúd, ¿quién se murió?, pregunté, mi madre me miró a los ojos, los tenía muy hinchados, no me respondió. Fui hacia una silla en la que estaban mis hermanos llorando, los miré, pero ellos no notaron mi presencia, ¿qué está sucediendo?, volví a preguntar. De nuevo, nadie me respondió. Entró un hombre, vestido de blanco, un blanco totalmente puro, brillaba, me sorprendió por ser único, por su vestimenta y por ser el único que me miró y me habló, me dijo: “vamos, no esperes más, será más duro mientras más te quedes aquí”. “¿A dónde vamos?”, le pregunté, no me respondió lo que yo quería oír, sólo me dijo: “sígueme”, y así lo hice. Caminamos muchas horas, si es que así las puedo llamar ahora, sentí como si fueran años, muchos años, pero yo no estaba cansado, podría seguir caminando toda la eternidad, y estoy seguro de que no me cansaría. Llegamos a un lugar en medio de la nada, todo era oscuro y había tres entradas, una era tenebrosa, la otra era profunda y tenía mucha fuerza, sentía que me quería halar hacia ella, y la tercera era clara, se sentía mucha paz al mirarla. El hombre de blanco me dijo: “Ahora es tu decisión, piensa qué vas a hacer, ya que de ello dependerá tu vida”, me miró y entró por la tercera puerta, yo intenté seguirlo, pero de repente sentí una poderosa fuerza y me desperté de un largo sueño, vi a mucha gente reunida, todos vestidos de negro, y de repente mi madre se tiró sobre el cajón negro y gritó: “¡Está vivo!”, yo sonreí y volví a cerrar los ojos.

22.3.20

One deserves to be written about

One might think that one's friends would be happy about one's accomplishments, especially the so called best friends. But that is not always the case. Why does it happen? Maybe one's best friend is not really that connected with one in the way one thought they were. One might be disappointed. One might be sad. One might even be angry, but one might ignore if one feels angry at one's friend for not supporting one the way that a best friend should do, or if one feels angry with oneself because one should never expect anything from anyone, but one did, and now, on top of angry, one might feel stupid, used and/or unworthy.

24.2.20

En este país el sistema de salud no te cura, te mata.

El sistema de salud en este país debería ser considerado una de las causas de mayor mortalidad, sino es la más. Qué frustración, qué indignación.

Nada está bien cuando deciden tratar al cuerpo (mente incluida) como si fuera un video que puede ponerse en pausa para que no avance. No es así, honorables caballeros encargados de la maquinaria fallosa y asesina, a las enfermedades no se les puede poner en pausa.

En este país el sistema de salud no te cura, te mata.  

Lo escribe una persona que ha sido beneficiada durante la mayor parte de su vida por un servicio de salud diferente al que usa la mayoría de personas. Desde hace un par de años me vi obligada a pagar ambos servicios y bueno, ya que los pago, más bien los uso, ¿no? 

No debería ser tan complicado pedir una cita, ser atendido por un especialista, recibir atención digna en urgencias. Lo único que no me parece una estrambótica demostración de corrupción e inutilidad es el reclamo de las medicinas.  Las medicinas para nosotros los deschavetados del coco son costosas, sale más barato matarse y pagar el sepelio completo que pagar un par de meses de estas medicinas, entonces por ese lado, bien por las hijas-de-las-tres-mil-p**** EPS (Entidad Prohibitoria de Salud, si me preguntan) que mes a mes nos ayudan a algunos con medicinas.

Pero vaya pues consiga una cita con un médico, cualquiera, general o especialista. No es posible contar con eso en el corto plazo, es decir, si sufres de alguna enfermedad repentina grave, date por muerto si no es lo suficientemente escandalosa y sangrienta como para que en las urgencias se apuren a atenderte. 

Hace unas semanas mi papá sufrió pérdida de la visión en uno de sus ojos y ¡ay, circo de pendejos el que lo atendió! Esta es la historia:

Un sábado cualquiera se despertó y no sólo no podía ver por el ojo izquierdo sino que sentía fuerte dolor de cabeza. Llamó a su sobrino, médico, quien le dijo que debía ir a una clínica especialista en neurología lo más pronto posible. A regañadientes, el macho alfa lomo plateado de la familia, fue. Allí lo examinaron y le recomendaron ir a un oftalmólogo, porque no consideraban que su problema era neurológico. Fin de la ayuda el sábado.

Lunes en la mañana. Va mi papá a la institución en donde deben atenderlo por orden de su EPS, luego de esperar un buen rato lo atiende un médico general, quien lo debe remitir al oftalmólogo, pero no hay cita con dicho especialista hasta dentro de dos semanas, por lo que el médico muy amablemente, llama al especialista y le pide que atienda a mi papá lo más pronto posible. Consiguen una cita para esa misma tarde, a la 1. El oftalmólogo lo revisa, le hace un examen y le dice que debe ir a un neurólogo, pues no tiene ningún problema en los ojos. De todas formas le pide hacerse un examen para descartar alguna otra cosa. La cita para ese examen se la dan para dentro de un mes. (Qué velocidad).

Bueno, ¿entonces dónde está el problema? A estas alturas, empezamos a desesperarnos porque no es como que estemos frente a un pinche resfriado, ni nada así de pendejo. Mi papá anda por el mundo como un tuerto, el oftalmólogo le recomendó no salir a la calle solo, no sabemos qué es lo que tiene y en la puta EPS no tienen afán alguno por ayudarlo.

Hablamos por teléfono mi hermana y yo, decidimos que, aunque una cita con mi neurólogo es bastante costosa, la vamos a pagar entre las dos, porque este asunto no se va a resolver con el sistema de salud de mierda que tiene este país.
Pido una cita urgente con dicho doctor, la próxima es en 2 semanas. Ah, nada que hacer más que esperar y prender velas o algo así para que no le pase nada a mi papá.

Por fin llega el día de la cita, jueves. Llevo a mi papá y afortunadamente el neurólogo me tiene afecto, porque al revisar a mi papá dice que es necesario hacerle varios exámenes urgentemente pues puede ser grave, y él personalmente se encarga de contactar al doctor putas-de-aguadas en el examen más urgente, y en horas de la tarde nos confirma que ha logrado que nos haga un espacio al día siguiente en hora de almuerzo. Ese mismo día lo llevo a hacerse unos exámenes de sangre, por supuesto los pagamos mi hermana y yo, no la EPS. Sin embargo, uno de los exámenes que pide el neurólogo es necesario hacerlo mediante esa entidad, porque el costo es exagerado. Muy diligente pido en la EPS que por favor nos ayuden a hacerlo lo más rápido posible, a lo que me responden que en dos días hábiles me darán respuesta.

Al día siguiente, esperamos un buen rato a que el doctor putas-de-aguadas en el examen nos atienda, afortunadamente al hacerlo, el resultado es positivo (no para el bolsillo mío, pero sí para mi papá), por ahora dependemos entonces del examen que pedí a la EPS.

El lunes siguiente recibo un correo de la EPS en el cual me indican que a principios de marzo me darán respuesta sobre el examen, que me contactarán para indicarme si lo harán y cuándo. Hágame el HP favor, ¡para eso falta más de un mes!
Super de buenas que somos, el neurólogo había prometido ayudarnos porque conoce las falencias del sistema y cuando me llama a preguntarme por mi papá, le cuento que falta todo ese tiempo para el examen y le receta unos medicamentos para ayudarlo mientras tanto.
Como era de esperarse, cuando un médico como él receta algo, es porque ese algo sirve, y mi papá se mejoró muchísimo desde que los tomó.

Estamos todavía esperando a la respuesta de la EPS, en lo que a ellos respecta, a ellos la salud de mi papá les importa un carajo.

Para no hacer más largo el post, no les voy a contar la odisea en la que estoy actualmente intentando conseguir una cita con mi psiquiatra, a pesar de pagar más de medio millón mensual en salud.

Son unos hijos de puta, mejor paro porque me voy a alterar y se me están acabando las medicinas, que ahora no me están dando porque se ya debo volver a cita con un psiquiatra para renovar la orden.

¿Me quieres apoyar?