28.5.08

Pensamientos ebrios

Recuerdo perderte, recuerdo el alcohol que ingerí para olvidar el dolor, dolor de haberte dañado, dolor de haberme dañado.  Recuerdo recuperarte y el alcohol que ingerí para celebrarte.  

En mi cuerpo hay ahora tanto alcohol como hubo cuando te lastimé, pero esta vez soy yo quien camina herida, con las manos temblando, las piernas no respondiendo, la mente maquinando, el corazón tratando de palpitar, el interior arrugado y un culillo que no se calma.  

Pensé que el alcohol era la solución, que me distraería y así podría soportar un día más sin vos, sin tus demostraciones de mi reinado sobre los demás seres del planeta, pero no.  Lo único que hizo fue aumentar las ganas de tenerte al frente, saltarte encima y robarte para mí aunque sea solo una noche entera, en la que con todo lo que tengo y lo que soy, en la que sin pena y sin remordimientos, te explique lo que sos y lo que me pasa por dentro por tu culpa.

Es hora de quedarme quieta, poner la mente en blanco y esperar que pase el efecto de tanto licor.  Cuando eso suceda volverá la calma, todo estará bien y seguiré con la fuerza con que camino desde que soltaste mi mano.  

Esperar, esperar y seguir esperando... ¿Qué es lo que realmente espero?  ¿Que se baje la borrachera para estar bien, que me digás que volvés a caminar conmigo, que acabamos con esta locura que es mi vida sin vos y la tuya sin mí o que me digás que este cuento se acabó para levantarme otra vez de la derrota y seguir?... ¿Qué es lo que espero si sigo caminando?

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