Hace tanto tiempo no escribía que he perdido el hilo, el que hace convertir en cosas legibles la tinta mental, esa que en mi cabeza escribe la historia de cada uno de los días que vivo y que no.
Entre dejar España y volver a Colombia han pasado muchísimas cosas, definitivamente son dos mundos diferentes y no ha sido fácil. Ahora entiendo que no estaba muy preparada para enfrentar el choque, me dediqué mucho a pensar en cómo evitar lágrimas y hacer despedidas menos dramáticas, aunque la verdad, ninguna de ellas salió como esperaba, por lo que la dedicación fue, básicamente, una pérdida de tiempo. "Ya veré que pasa cuando vuelva, pasito a pasito", pensaba... ¡toma ya!
Aceptar que mis días allí se acabaron en contra de mi voluntad, para volver a una casa rodeada de personas pendientes de mi todo el tiempo, y vivir en una ciudad que siento ajena y con un clima que no sé leer, y además, llena de personas que los productores de una serie de adolescentes dramáticos podrían utilizar para su próximo éxito en la pantalla chica, ha sido un sube y baja de sensaciones. Reencuentros, esperados, inesperados, espectaculares, otros normales, ver gente que no creí que extrañaba, comprobar sentimientos, enfrentarme a otros nuevos, temblar, sonreír, llorar...
Ahora que mi sobrina me ha reventado teclas del portátil se dificultó este asunto.
Muchos cambios, estar lejos tanto tiempo los produjo. Hora de volver a empezar, estar dentro de un cuerpo conocido, manejado por una mente que no...
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