Ella es muy buena en lo que hace, te cocina a fuego lento, te eleva, te deja en el aire, te baja y te entierra a la velocidad que le place cuando se le da la gana.
No todos tienen esa capacidad de entrar en la mente y en el corazón de alguien para implantarle pequeños puntos de dominio sin que los detecten, sin que lo noten.
Y cuando menos te das cuenta, ¡pum! Te domina, te enreda, sos de ella y ella hace con vos lo que le apetece. Si te quiere ver bien te endulza y te lleva al cielo de todos los colores que no podés ni imaginar porque es la dueña del cielo y tiene en su poder una infinita paleta de colores. Pero si por el contrario te quiere ver mal, con sólo mirarte y cambiar sus tonos lo logra, te aporrea y te arrastra por el suelo dejando marcas que arden sólo hasta que ella decida que te hagan daño, porque cuando ella escoge eliminarte el dolor, antes de que alcancés a parpadear, ya estás de nuevo flotando, tal vez en el mar, tal vez en el cielo otra vez y en vos se van alejando los rastros de dolor mientras ella siga queriendo que así sea, ¿y vos? Vos no te das ni cuenta.
Juega muy bien, se diseñó para esto y nada entre juegos porque la vida para ella misma lo es.
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