Había olvidado el objetivo de escribir, pensé que se trataba de lograr algo bueno, medianamente importante, pero me encontré bloqueándome a mí misma con esa errada forma de pensar.
Escribir no se trata más que de sacar pensamientos a la calle, hacerlos recorrer y encontrarse con otros para que formen ideas frente a lo que cada uno lleva consigo. De tal manera que al conseguir un poco de claridad, se intente desenredar la maraña de pensamientos caóticos que a menudo llevan a los famosos y detestables sentimientos encontrados.
Y que si no llevan a sentimientos así, tampoco hacen fácil entender lo que uno mismo piensa.
¿Y así entonces qué?
Frente al mar es difícil mantener la concentración en los problemas que tiene uno consigo o de vuelta en casa, nada aquí parece importar, todo se olvida. Lo raro -o maluco más bien- es que cuando se regresa a casa vuelven y atacan todos juntos en manada, como desquitándose del abandono al que fueron sometidos.
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