01/08/2017

Cuando vuelve la oscuridad

No sé en qué momento se me volvieron a perder las ganas de hacer cualquier cosa.
De repente todo se descontroló en mi cerebro y la idea de acabar la vida volvió a sonar acertada.
Todo iba muy bien y de repente, todo se fue derrumbando cual castillo de naipes y me encontré a mi misma sintiendo pereza de todo, ante todo.
Nada me provoca, nada me emociona, nada me alegra sinceramente, excepto ella -y Matilda-.

No sé qué demonio se me metió y decidí dejar el antidepresivo. Ahora lo estoy pagando caro.

Toda mi vida -vista desde afuera- es hermosa, está llena de motivos para agradecer, soy una mujer muy afortunada. Tengo un apartamento muy bacano, mi carro es un sueño para muchos, tengo dinero, buenos amigos, ingresos pasivos, soy inteligente, tengo una familia disfuncional y muy querida, mi novia es un ser humano increíble por cualquier lado que se le mire, mi perra se derrite de amor por mi, tengo una casa preciosa en la costa... Mil cosas componen mi vida, la adornan, la hacen envidiable.

Y sin embargo, aquí estoy, acabando de salir del médico con una prescripción de medicinas para el corazón, para el cerebro y para el sistema autónomo central.
Han dejado de funcionar como deberían y ahora todo me cuesta, hasta sentarme a colorear me cuesta, nada me entretiene. 

La frase "pobre niña rica" se me dibuja en la cabeza y un puño mental la destruye. Yo no pedí esto, yo no busqué estar así, yo no quise ser "fallosita" como bromeamos mi bombón y yo.
Yo quisiera ser como una persona normal, me he preguntado varias veces últimamente qué sentirá una persona normal, si sentirá que se le estalla el corazón mientras se ducha con agua caliente durante unos minutos, si se cansa lavando platos o cocinando, si le provoca llorar al ver los ojos de su perro fijamente porque sabe que algún día no los verá más, tonterías o cosas importantes así me he preguntado últimamente.

El cardiólogo me dijo que todo irá mejorando, siempre y cuando continúe los medicamentos. Algunas personas toman medicinas de por vida por diferentes condiciones, supongo que yo también lo haré, sólo debo hacer las paces con esa idea y darle tiempo a los químicos de volver a encauzarme.

La próxima vez que me quiera desintoxicar de los químicos, por favor golpéenme y eviten que lo haga.

Necesito entender que no soy normal, que nunca lo he sido, que nunca lo seré tampoco. Entenderlo y aceptarlo, a partir de ahí reconstruirme y amarme así, deschavetadita. ¿Qué hay de malo?, sólo es ser diferente, no importa en qué medida.

Afortunadamente nunca he tenido los cojones para quitarme la vida, de ser así, seguramente no estaría aquí escribiendo pendejadas.

Apelo a una capacidad extraña de asombrarme y celebrar las cosas más sencillas, apelo a la fuerza del Universo, apelo al amor, apelo al "pasito a pasito", apelo al "un día a la vez", apelo al "solo por hoy", a todo lo que tenga que apelar y aferrarme para volver a sentirme bien, para reinventarme y poder sentir que gané una vez más la batalla a la que me enfrento cuando las D atacan con todo lo que traen y me inundan de oscuridad.

Doy por terminado mi intento de dejar los antidepresivos, esta todavía tiene lidia que dar.

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