Abro los ojos, estoy mareada, con los oídos tapados, desubicada, viendo un Sol brillando sobre estructuras haciendo que la luz colmate mis ojos. Sintiendo como mi cerebro se comprime y se mueve reaccionando, mientras Peter se da cuenta de lo que está pasando y comienza a estirarse haciendo que el resto del cerebro sufra por culpa del mismo Sol que no se rinde, a pesar de mil nubes que pintan el cielo de gris y derraman sus lágrimas, un Sol que demuestra su poder y sigue llenando de luz todos los lugares, sin importar el clima que afecta el cuerpo y le regala gripa, causando el mareo, la sensación de debilidad que puede perfectamente ser a causa de otras cosas (pensamientos).
Lunar, definitivamente lo soy, no es que sea una mancha negra con patas y manos y cabezota, ¡no!. Me gusta mucho el Sol, pero mis ojos y mi cuerpo no resisten la energía con la que nos rodea como un papá abrazando a uno de sus hijitos, tratando que no lo olvide.
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