19/04/2010

Como una "Olla a presión"

Te atrapa una sensación de desubique, de agobio, de saturación, de querer salir corriendo y gritar bajo la lluvia.  Lluvia que no cae pero es lo único que reflejás.

No parecés encontrar tus fuentes de buena energía y hacés un esfuerzo increíble por no agotar toda la que tenés, porque sabés que todos los días vas a necesitarla en varios momentos y no te querés quebrar en pedacitos.

Creés que necesitás un descanso, de tu casa, de la gente, de la ciudad.  Descanso de los problemas y la hostilidad.  Creés que tenés que ir al lugar que siempre te ha funcionado como lugar de escape, pero no tenés los medios para hacerlo, ni las agallas para, simplemente, arrancar.

Sentís como tu cuerpo empieza a reflejar la caída emocional que atravesás.  No estás durmiendo mucho, 3 horas al día cuando estás de suerte.  Nudos en tu espalda, ojeras y ojos hinchados, tu cuello parece hecho de ladrillos, tu cabeza parece estallar, tus pies están tan cansados que a veces no te provoca levantarte, tus brazos no se alzan, no parecen estar en capacidad de hacerlo ni para abrazar a los astros.

Pensás en lo mucho que te divertiste el año pasado y no podés evitar preguntarte por qué no podés volver a sentirte así.  Extrañás la libertad y la lejanía, esa facilidad que tenías de escapar de los asuntos y seguir contenta, repleta de alegría y siempre con sonrisas.  Estabas en lo tuyo y nada era más importante que tu felicidad.  Eras la persona que siempre quisiste ser y odiás sentir tanto bienestar tan lejos.

Buscás en tu interior y tu ambiente algo que te haga sentir bien.  Vaya desastre, no encontrás ayuda en la música, algo bastante extraño porque sabés que es como tu aire, pero no te aliviana ninguna de las 1350 canciones que tenés en el aparatico rojo.  

De repente suena el teléfono de tu habitación o tu móvil y dudás antes de atender, pero lo hacés con la esperanza de que alguno de los 3 amigos que te llaman últimamente te haga sonreír y te den esa mentirosa y momentánea sensación de que todo está bien.  Efectivamente, lo logra, pero estás en modo off y a él volvés en cuestión de segundos.

Pensás en la cantidad de personas que se consideran tus amigos, o que considerás tus amigos, y te das cuenta que la mayoría están tan alejados, que te frenás nada más al pensar en tener que actualizarlos para ver si te ayudan.  Y algunos de aquellos con quienes te mantenés más en contacto, recientemente han tenido actitudes que no te hacen bien y también los dejás de lado.  En definitiva, básicamente te sentís como un hongo, o como el hombre lobo.

Contemplás la posibilidad de recurrir a esas personas con quienes compartís sangre y genes, pero nunca has sido capaz de hablarles mucho, ni con mucha sinceridad, y es tanta la desilusión que sentís por culpa de ellos, que te aumenta la pereza mental y los descartás.

Pensás en fumar, si le funciona a los personajes de libros y películas, podría funcionarte, pero en el fondo sabés que rellenar tus pulmones de humo no calmará tu desasosiego y sólo empeorará tu salud.

Mirás el calendario... ¡es Abril! Ya te estás cansando de lo insoportables y ridículos que son los abriles, recordás que el del año pasado fue difícil pero no fue horrible.  Recordás también que cuando empezaste este mes, ibas sentada en una lancha hacia Islas del Rosario y que justo ahí pensaste que estabas empezando el podrido mes de excelente forma (igual que hiciste el año pasado cuando estuviste en Mallorca) y que todo saldría bien.  Pero no, poco te imaginabas que las bombas estaban a punto de estallar para volver tu mundo al revés.  Maldito Abril, habías dejado de mirar el calendario para no inclinarte a relacionar malos sucesos con el calendario, pero en realidad es mucha casualidad.  ¡Y eso que falta el día de abril que no te gusta vivir! Ese día tendrás que inyectarte locura, pase lo que pase, una fecha no podrá ser peor que lo que ha pasado hasta ahora.

No tenés otra opción que seguir de pie al borde del acantilado, esperando el momento preciso para saltar.  Esperar que pase el tiempo, esperar que llegue la oportunidad que necesitás para volver a empezar y mandar al carajo tantas cosas, no podrás eliminar todo lo que te molesta de un solo golpe, pero pasito a pasito y aguantando más lo podés lograr.  Si eso que estás esperando no pasa, inevitablemente tendrás que hacer milagros para no perder la cordura.  Vaya mierda.

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