Mi problema fue enamorarme de una sopenca que nunca iba a enfrentarse a lo que estaba sintiendo, nunca iba a hacerlo público, salir de su medio clóset nunca iba a ser una opción.
Jueputa! A buena hora se me ocurrió caerme de cabeza por una gallina.
En la soledad era todo tan perfecto, pero tan escondido.
Y ya saben lo que dicen por ahí, si hay que esconderlo no vale la pena.
A ver cómo hago para que eso no me de rabia, cómo tanta perfección no valió la pena lucharla?
Me provoca estamparle un ladrillo en la cabeza, y bueno, después un pico bien dado en la boca, con ira y todo.
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