No hay que ser un genio para reconocer a una persona que vale lo suficiente como para mantenerla a toda costa en tu vida.
Lejos de la mal llamada perfección, cerca de mi medida inexacta de felicidad, ahí está.
Llegó sin avisar, sin dejarme hacer mucho preparativo ni organizar la casa, así, como llegan las tormentas repentinas que transforman todo a su paso.
Ahora creo que todo lo que estuve divagando entre soledad y mediocridad era lo necesario para prepararme y recibirla.
Su terremoto sacudió todo y tumbó esquemas, ideales, miedos, proyecciones, todo.
Me sacudió hasta el core y me hizo encontrarme a su lado decidiendo, entre cosas simples, que quería todo, todo con ella.
Las bases siguen intactas, pero todos los "adornos" que no eran necesarios se cayeron a su lado, hasta concluir que lo simple es lo que quiero, que lo simple es ella a mi lado, sin dramas, sin peleas, sin grandes discusiones.
Esto es lo mío, ella me apoya, me pone, me tranquiliza, me sube y me desbarata con argumentos o pucheros, con un beso, una mirada o una palmada -en la nalga obviamente-.
Entre mi caos viene bien su energía, todo parece salirle bien y eso me da calma, apaga mis angustias y me llena de poder para construir un día más.
"Un día a la vez", más que frase de Alcohólicos Anónimos o similares, es una filosofía que ante la ansiedad decidí adoptar. Desde hace casi un par de meses he sentido en cada día que quiero abrazarla en las mañanas que no está, que ver sus ojos cerrados a mi lado es el mejor regalo y la mejor manera de empezar un episodio, que quiero verla en cada atardecer y saber que juntas veremos el próximo amanecer. Llevo casi dos meses deseando tenerla a mi lado todos los días, de a uno a la vez. Que esté de cualquier manera, pero que a pesar de la distancia esté.
¿Por qué? Porque me colorea con su voz, con sus gestos, con sus abrazos, con su jodida mirada y esas sonrisas que derriten. Porque hace que todo sea más bonito, porque le da sentido a cosas que antes no tenían, porque es capaz de hacerme querer estar bien sin químicos, porque me cuida, porque es una fuente inagotable de una energía increíble, porque me devolvió la fe en el amor, porque se deja consentir, amar, adorar, porque me impulsa sin saberlo a comerme el mundo entero, porque me rescató de una vida que no sabía que estaba incompleta, porque mantiene despiertos y satisfechos todos mis sentidos, porque me enseñó que todo con amor funciona mejor, porque me hace ser grande y no me da miedo, porque perderme en ella es mi juego favorito...
La amo, ¿o qué?
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