Hace mucho, no recuerdo cuanto tiempo no siento esa emoción característica que los viernes implícitamente contienen y entregan desde que uno abre los ojos y se da cuenta que es el último día de oficina de la semana –al menos para mucha gente-.
Me fascinaban los viernes, su energía, la cara de la gente –muy diferente a la de los lunes-, la actitud, el ambiente, todo se percibía diferente.
Hoy, en medio de la situación más difícil que he tenido que enfrentar, no siento la magia incluida en este día de la semana, me siguen gustando los viernes, pero creo que es el efecto del prozac y su nuevo aliado lo que hace que hoy pueda dibujar una sonrisa leve en mi rostro de vez en cuando.
Tengo tanto sueño… “estoy en el lugar equivocado” es lo que pienso constantemente, sobre todo en días como este.
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