¡Vení prendamos la ciudad!
Hagamos lo que la gente nunca quizo que hiciéramos, dame la mano, quemate conmigo, mirá mis ojos, ya no son cafés, ya echan fuego, todo fue tan caótico que me quemó por dentro. Volá conmigo, no hay límites si el cielo mismo es lo que soy, quememos todo lo malo, arrancá conmigo, acompañame que la tierra no me sirve, me voy a ver si en fantasía cabe mi ser, sino es allí, vamos al infierno a conocer, estoy segura que allá hay muchas cosas que aprender...
Vámonos, yo me llevo a un par de amigos que no soy capaz de dejar atrás, tinkerball con su pata quebrada me sigue y mejor guardián que él enamorado de mí nunca vamos a encontrar.
¿Vas? Animate, ya te enseñé a jugar con el tiempo, ahora te quiero enseñar a tirar fuego, lo que no resista el calor que se acabe, lo que no aguante la candela que se queme y listo, ¡no era necesario entonces!
Dicen por ahí "lo que no sirve que no estorbe", todo lo que no es a prueba de mí, no lo quiero conmigo.
Con un sólo ojo te digo que te amo, mientras con una mano te aprieto a mí para que sintás lo que es verdadero, lo que nadie puede dañar, el sentimiento más puro y necesario se vuelve compartido pues en vos veo mi reflejo y yo soy vos.
Aprovechemos el tiempo que no para de correr, para bien o para mal pasan mis días y quiero ganar esta prueba, el destino nos hizo tambalear, pero vos sos resistente a mí, a mi fuego, vos estás siendo capaz de aguantar.
Casi me ahogo en la furia del mar, pero el fuego que mantiene mi espíritu me sacó a tiempo y ahora vuelvo a despertar, con la sonrisa que contagia, con la mirada que quema, con la mano que no se queda quieta y con la música en cada movimiento.
¿Qué decís? ¡Prendemos fuego a la ciudad?
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