Hace un par de semanas conocimos a una pareja y su hija de seis años, Sophie, mientras jugábamos con Ziki y Mati en la Unidad Deportiva de Belén. Por cierto, ese día empezó mi rodilla a traquear.
El papá no estaba. Sophie, una rubia barbie se enamoró de mis perritas y mientras le tirábamos el palo a Matilda y Ziki intentaba perseguir otro palo, Natalia con su enorme habilidad de tía le puso conversa a la chica, Fabi. La pequeña y yo nos reímos, jugamos con las perritas y conversamos muy poco, pero no fue necesario mucho más para admirar su naturaleza de niña criada sin exceso de pantallas. Feliz, sonriente, observadora, creativa.
Viven en un barco que, por ahora, está en San Blas, es decir, por ahora viven en San Blas, una de muchas islas panameñas cerca de la frontera con Colombia por el Atlántico.
Qué vida tan atractiva. Me hicieron recordar mi viaje a Ecuador en 2005 con mi hermano, del cual llegué diciendo a mis mejores amigos que quería vivir en un barco. Y sí, todavía lo quiero.
En el barco duermen, en el día van a la playa y pasan así sus días, entre olas, peces, arena, sol y sonrisas. Hacen parte de una comunidad de cruceristas que conviven juntos, pero no revueltos, en las playas de San Blas que, según ella, es un paraíso y tiene todo.
Le pregunté, mientras tomábamos café en La Manchuria en Santa Fe de Antioquia, en qué lugar del mundo le gustaría quedarse. San Blas fue su respuesta, aunque se demoró un poco en responder.
Me sorprendió que Natalia los invitara a nuestra casa, pero afortunadamente lo hizo. El primer intento, martes 5 pm, falló porque el invierno hizo crecer tanto el cauce de la quebrada que nos protege, que era imposible cruzarla. Al día siguiente lo logramos. Estuvimos con ellos en nuestra casa, recorrieron un poco, acariciaron nuestros caballos y Fabi me dijo, esto es un paraíso. Yo le dije, lo sé, si tuviera mar nunca me iría, y ellos se rieron dándome la razón. Somos cómplices del amor innegable y apasionado que sentimos por el mar.
Sophie se fue en el camino viendo videos de Frozen en la enorme pantalla de nuestra camioneta, el poder de la caja mágica. Siempre recuerdo la película de Batman en la que el Acertijo de Jim Carey -espectacular- hacía que la gente se conectara un cable que más parecía un tubo de PVC a la cabeza y eso le llevaba su cerebro al tv y de ahí llegaba a él. Él quería dominarnos así, y así es como nos tienen, pegaditos a pantallas grandes, pequeñas o de cualquier tamaño, sin mucha autonomía, porque se nos descarga o desconecta algo y tenemos el descaro de sufrir.
Al salir de nuestra finca fuimos a almorzar a La Plazuela, un restaurante encantador en donde hacen la mejor pizza de burrata que uno puede probar, y unas pastas que rayan con experiencias espirituales. A Sophie no le gustó la pizza, pero tiene seis años y es absolutamente espectacular entonces se la perdonamos.
De ahí pasamos a nuestro café favorito: La Manchuria. Fabi mencionó que, de todos los viajes en los que ha tomado café, el de Colombia era el que más le gustaba. Buen punto, ¿les mencioné que nuestros amigos cruceristas son brasileros? No se diga más, vamos a llevarla a que pruebe nuestro preferido. Le expliqué que el café común y corriente que venden aquí es el residuo, el sobrado porque el de calidad es el de exportación, pero que cuando uno toma un café de origen como el de La Manchuria, se está tomando el de calidad. Allí Natalia escogió una experiencia de café con el método de sifón japonés. Es todo un espectáculo porque te enseñan la forma de prepararlo, la historia del método, te hablan sobre el café que escogiste, es todo un cuento muy bacano.
Allí, una Sophie cansada estaba desesperada porque no podía jugar con unas derrotadas Matilda y Ziki, entonces saqué mi arma secreta, remedio contra toda aburrición infantil -y adulta-, mi celular superpoderoso y le mostré cómo podía dibujar con él y funcionó. De nuevo, el poder de la pantalla y la magia de un lápiz de cualquier color y estilo hicieron lo suyo, dejándonos un hermoso recuerdo de un día junto a tres hermosos cruceristas que decidieron romper los esquemas, tirar sus carreras de ingeniería y capitanía de barco de la marina brasilera y embarcarse a una vida aventurera gobernada por vientos, corrientes, oleajes y naturaleza, en vez de todo eso que gobierna las vidas de los mortales que habitan la tierra.
A nuestros amigos cruceristas los recordamos con cariño, seguramente nos volveremos a encontrar y seguiremos aprendiendo como esponjas tantas cosas que saben de esa vida que hace casi veinte años me hizo ojitos y que ahora volvió a llamarme como un viejo amor te sabe llamar, ese que uno trata y trata pero no puede olvidar.
.webp) |
Dibujo hecho por la mini crucerista |